Nací hace 21 años en Argentina y hace diez que vivo, estudio y trabajo en Catalunya. No he querido acogerme a mi derecho de pedir la ciudadanía española porque prefiero conservar mis raíces. Cada vez que tengo que sacar el pasaporte y el papel que ahora sustituye a las antiguas tarjetas de extranjeros, mis amigos me preguntan porqué no me hago un DNI. Hasta ahora, lo hacía así para conservar mis orígenes, pero desde hace un tiempo he cambiado de parecer. Lo que no quiero es ser española. No quiero tener nada que ver con un presidente con cara de pantalla de plasma, y una alcaldesa que presenta la candidatura de su ciudad a los Juegos Olímpicos sin saber idiomas. No quiero formar parte de un país que se acoge a una Constitución posfascista para negar el derecho a voto. Me avergonzaría ser española. Solo dejaré de ser italo-argentina cuando pueda ser catalana.
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