Miércoles, 27 de mayo del 2015 Javier Bertolín (Barcelona)

Llama la atención el pesimismo respecto a lo que representa la victoria en Barcelona de Ada Colau para el proceso soberanista. Que gran parte del voto barcelonés de izquierdas y regeneracionista se haya decantado por Barcelona en Comú en detrimento de ERC o CUP es más fruto de la indecisión que aún habita en gran parte de los ciudadanos catalanes respecto a la independencia que de un firme rechazo a esta. Otro motivo es la mucho menor incidencia que ha tenido el discurso social, sobre todo en la campaña de ERC, a favor del independentista, comparado con la importancia que le ha dado Colau. Así como el sorpasso de ERC a CiU en las últimas europeas se atribuyó a su mayor claridad a favor de la independencia, tengo la impresión de que esa misma (quizá excesiva) claridad y la permanente insistencia en ella puede ser la causa de su techo en las municipales, especialmente en Barcelona y su área metropolitana donde, debido a su configuración demográfica, creo que no me equivoco si digo que el aumento del apoyo a la independencia en los últimos años no tiene necesariamente raíces nacionalistas.
De cara a la autodeterminación, un gobierno municipal que sea favorable a que Catalunya decida su futuro debería ser suficiente para que el proceso permanezca vivo. Y creo que la próxima alcaldesa no es sospechosa de ser contraria a que la ciudadanía se pronuncie en las urnas sobre este tema y muchos otros. Si mi testimonio sirve de muestra, soy partidario de la independencia y voté a Barcelona en Comú, y eso no me hace ver ahora más lejos un eventual Estado catalán ni significa que en un supuesto 27-S no opte por votar a ERC o CUP. Las municipales son municipales y a algunos se les ha olvidado. 

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