Desde hace algún tiempo, los servicios de seguridad privados contratados por Renfe hacen controles y actuaciones que parecen más propios de países en guerra: pastores alemanes listos para saltar sobre cualquier objetivo, actitudes intimidatorias, trato vejatorio en las máquinas de control de salida... Son algunas perlas con las que nos obsequian los directivos de esta empresa: para cazar a quien viaja sin billete, no dudan en gastar una fortuna. Mientras el coste del billete esté al nivel que está, por mucho que intimiden al personal seguirá habiendo gente que se las ingenie para no pagar. Estoy seguro de que la recaudación que consigan por esta vía no va a superar el elevado gasto que supone para Adif la contratación de estos servicios de seguridad.
Me sorprende que el ayuntamiento y otros organismos que tan preocupados están con ofrecer una buena imagen de nuestra ciudad , no se preocupen por lo que deben pensar los turistas cuando salen de la estación de Plaça Catalunya y se encuentran de frente a un vigilante de seguridad con un pastor alemán presto a atacar. Y más me preocupa aún que se haya perdido la sensibilidad por nosotros mismos: me da lo mismo que estas acciones estén amparadas por la ley, lo realmente importante es que para determinados estamentos cada vez vale menos nuestra dignidad, y si para que un joven de 18 años en paro pague un billete hay que aterrorizar y denigrar al resto de los viajeros, qué importa es el estado de derecho y el imperio de la ley.
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