Es muy aburrido escuchar a los que nos recuerdan lo mucho que la ciudadanía debemos a los partidos que trajeron la democracia y, con ella, la existencia de un mundo mejor que solo es una utopía. Hace poco, sentada en el tranvía, escuchaba a dos personas hablar de todo lo que debemos a gente que solo se ha servido de la política. Es indignante tener que aguantar sin perder la paciencia que te argumenten que a Felipe González y al PSOE les debemos el sistema de sanidad o la educación pública, o que gracias a Aznar y al PP los españoles empezamos a salir al extranjero y a igualarnos con el resto de Europa. Qué fácilmente pierden algunos la capacidad de análisis. A veces parece como si aparte del ámbito de las libertades civiles (que en cualquier caso hubieran sido mayores con revoluciones de verdad), algo hubiera cambiado radicalmente en los últimos tiempos. Tanto presumir y acabamos con una Constitución que, habiendo sido redactada hace relativamente poco tiempo, es paradójicamente mucho más restrictiva que las de los países de nuestro entorno.
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