Sábado, 10 de octubre del 2015 Andreu Arbó (L'Ametlla de Mar)

Hemos alargado la vida de una forma impensable, los hijos hacen de padres a sus padres con alzhéimer, los jóvenes tienen que marchar a vivir lejos de casa, en los trabajos cada vez te exigen más por lo mismo. A nuestros hijos no les damos tregua, después de la escuela deben hacer inglés, deporte y música porque, claro, si no lo hacen no encontrarán trabajo en el futuro. Todos debemos tener estudios post-obligatorios, o eso es lo que nos hacen creer. La educación es cada vez más elitista, alejándose del principio de la educación pública e igualitaria. Estamos creando un mundo peor para nuestros hijos. Cuando llegas a los 50 te ven como un dinosaurio del trabajo, una persona que poco puede aprender y aportar. Así que tienes dos opciones: verte degradado a vivir a costa de tus hijos o bien aislarte más de tu vida no laboral y dar todo tu tiempo a la empresa por los pocos años de trabajo que te quedan. Y poco a poco te vas haciendo mayor, y cada vez te vuelvas más dependiente de los demás, hasta el momento en que eres dependiente de tus hijos y tus hijos siguen siendo dependientes de ti. Una contradicción. Cada vez más crece el porcentaje de hijos que tienen que hacer de padres a sus padres. Padres que se han vuelto bebés, padres que han dejado su salud y calidad de vida para alcanzar unos años de tranquilidad que se han convertido en años de dependencia. Los hijos es ven obligados a dejarlo casi todo para cuidar a sus padres. Nos sorprende que aumenten los niveles de enfermedades mentales. Es el momento de empezar a cambiar, a construir el mundo en el que queremos vivir y no en lo que nos vemos obligados a sobrevivir.  

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