El papa Francisco le dijo a la cancillera alemana, Angela Merkel, que "el trabajo de los jefes de Estado es defender a los pobres". Suena muy bien, pero esta noticia coincidió con otra, la de que el arzobispo Rouco Varela (ya jubilado) se ha trasladado a vivir a un piso de lujo de 370m2 cuyas reformas han costado 500.000 euros a la diócesis de Madrid. En estos tiempos de crisis y necesidad de tantas familias, esto es un escándalo contrario a las enseñanzas del Evangelio. Antes que nada, pues, el Papa debería poner orden (y mucho) en su casa: la Iglesia. Si Rouco vive como un príncipe, no puede dar ejemplo a los cristianos.
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