La OMS reconoce la fibromialgia y fatiga crónica como enfermedades desde 1992. Son invisibles, con escasa conciencia social y poco conocimiento. Como hija de una mujer afectada, grito: ¡basta! Basta de la insensibilidad social a enfermedades que se padecen a escondidas. Basta de recortar en investigación. Basta de arrancar la dignidad a bofetadas y no respetar los diagnósticos de los médicos. No puede ser que se reconozca la baja como solución temporal pero que, cuando toca decidir la definitiva, la disputa entre las instituciones acerca de quién paga fuerce altas sin sentido. Las administraciones tiran la piedra de la responsabilidad al vecino, y crean situaciones indignantes. Es maltrato institucional, lo que vienen a decir es: "Reconozco tu incapacidad laboral hasta el día que toque decidir si es definitivo. Ese día te doy el alta". Los pacientes son un número, lejos de buscar soluciones viables para ellos, se fuerza a ir a trabajar a quien no está capacitado. La vía judicial es otro pozo sin fondo teñido de lo mismo: interés económico y olvido de los derechos. Mi madre lleva así cinco años, aprendiendo a vivir con una enfermedad crónica invalidante y con la angustia de saber que hay fecha límite para la administración. "¿Por fin estoy sana, ya me he curado?" No, mamá, eso es que las decisiones se inspiran por intereses económicos miopes que a la larga hacen más daño y salen más caras.
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