Sábado, 1 de agosto del 2015 David Gausachs (Barcelona)

 Hemos recibido con estupor e indignación los nuevos precios de los abonos para la próxima temporada del Liceu, que en mi caso vienen incrementados en un 136%. Mis padres, pensionistas con magros ingresos pero fieles al teatro desde hace décadas, deben pagar un 80% más. Por este abuso me he tenido que dar de baja. El Liceu aplica una política de precios salvaje que se ceba en las localidades que siempre hemos ocupado aquellos que, siendo más débiles económicamente, sentimos tal pasión por la música que hacíamos el esfuerzo de reservar parte de nuestros ingresos para el abono. Ahora, los que tenemos una condición económica normalita no podemos permitirnos asumir lo que nos piden para mantener una ilusión que hemos vivido temporada tras temporada desde hace años. Para que me entiendan: han subido los precios del  gallinero y han bajado los de la platea. Al gallinero siempre hemos ido a la gente con menos recursos, pero probablemente los que más amamos la música, ya que el esfuerzo que nos suponía quedaba compensado por el gozo de vivir la ópera. Ahora se nos echa, se ve que no interesamos. En el Liceu de la época de Pàmies, antes de ser teatro público, los que no teníamos mucho posibles entrábamos por la puerta lateral de la calle de Sant Pau y subíamos por las escaleras, sin ascensor, porque así no nos mezclábamos con la burguesía, que entraba por la Rambla, claro. Ahora podemos entrar por la puerta grande pero no podemos ver nada porque no podemos pagarlo. Con estas políticas de precios, no sé qué tipo de público quieren para el teatro de la Rambla. Quizás turistas despistados o cruceristas. Lo que es seguro es que muchos de los que hemos asistido desde que éramos niños ya no podremos volver.

Si quiere debatir sobre este tema, escríbanos aquí

Compartir: