Ernest Maragall, Marina Geli y Montserrat Tura, entre otros, acaban de incorporarse a un nuevo partido creado en Catalunya. Están en su derecho. Pero existen dos palabras, lealtad y vergüenza, que no han salido bien paradas en la operación. Ellos alegarán que la primera lealtad se debe a uno mismo y sus principios. Pero, a no ser que utilicemos la fórmula genial de Groucho Marx, mucho han cambiado los principios en tan poco tiempo, el que separa ostentar cargos y prebendas en un partido ganador de pertenecer a un partido casi en desguace. Habría justificación si el que hubiera cambiado de principios fuera el PSC; pero, pese a sus dudas y ambigüedades, nunca defendió el sí/sí, que, según el señor Maragall, va a defender la nueva organización. Sinceramente, me siento enormemente decepcionado.
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