Martes, 26 de agosto del 2014 Josep Cassany (Girona)

 Lloret copia a Lloret, es decir, todo el mundo desea el mismo éxito que tiene el vecino. Quizá fue así como todo empezó. Cuando los primeros hoteleros llenaron de jóvenes estudiantes sus hoteles mientras otros no los llenaban de turismo familiar, estos creyeron que era mejor eso que nada. Y cuando la demanda cambia, el comercio se adapta. Si antes los restaurantes tenían la paella como plato estrella, después vinieron las hamburguesas. Si los espectáculos en vivo no funcionan, la música enlatada llena los pubs. Adaptarse o morir. Descubrí Lloret de Mar de joven; como tantos otros, hacíamos la procesión de la cerveza por los pubs. No conocía nada más que el mito del turismo de borrachera. Si me gustaba aquel Lloret, qué gran sorpresa al descubrir todo un pueblo cuando me quedé a vivir él. Cuánto aman los lloretenses a su pueblo, y lo defienden a morir. Cuántas tradiciones se preservan. Cuántas se recuperan. Cómo se implican por querer mejorar día a día. Si conocierais el Lloret que tiene alma de pueblo, os enamoraría. Difícilmente se puede cambiar de un día para otro el modelo turístico de Lloret, pero estoy convencido de que todo su activo cultural puede atraer a otro tipo de cliente, no en masa, pero sí de calidad. En márketing se etiqueta todo. Una sola idea: Las Vegas es el juego; París, la ciudad del amor... Como lloretense de corazón, yo os puedo decir que lo que hace diferente a Lloret es su gente. Esto no se vende y por tanto, tal vez tendremos que inventar, si es esto lo que queremos, un nuevo Lloret.

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