Tenemos suficientes motivos para quejarnos de la coyuntura actual, de acuerdo. Pero también tenemos motivos para estar agradecidos. De entrada, hemos nacido, cristalizando una probabilidad entre millones. Y seguimos vivos, un pequeño milagro si contemplamos la cantidad de personas que mueren prematuramente. Y vivimos en un país en significativa paz social. Y podemos expresar con notable libertad pensamientos e ideologías. Y pese al empeño del Gobierno disfrutamos de unos derechos sociales bastante avanzados. Y podemos acceder, a pesar de los recortes, a una Educación y Sanidad públicas de bastante calidad. Y nuestras infraestructuras, a pesar de algunas chapuzas y chirridos, son más que suficientes. Y la economía, a pesar del infausto socavón, muestra leves síntomas de recuperación. Y somos líderes en sanidad, patrimonio cultural, gastronomía, ocio, turismo, deportes, solidaridad ... Es decir, como dijo aquel: "No estamos tan mal". Y como asevera sabiamente Antonio Bolinches, "es más importante cómo vivimos las cosas que las cosas que vivimos".
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