Martes, 21 de abril del 2015 Rosa Vila (Barcelona)

Al albor del día del libro, como si hubieran elegido su eclipse al estilo de Shakespeare y de Cervantes, nos han dejado huérfanos dos grandes autores de nuestra literatura contemporánea: Günter Grass y Eduardo Galeano. Grass, novelista y poeta tardío, marcó época con sus obras provocadoras y de denuncia: El tambor de hojalata o Pelando la cebolla, en la que Grass conmocionó a tantos al confesar que en su adolescencia había sido SS (me viene a la memoria Hannah Arendt, que supo analizar como nadie a los ejecutores del holocausto con su teoría de la "banalidad del mal"). Aparte de valiente, Grass es y será admirado por sus letras. Galeano era, para muchos, un referente de la prosa mas descarnada de la América Latina contemporánea. Diseccionó con pluma hábil el expolio sufrido por sus pueblos. Su obra maestra, Las venas abiertas de la América Latina, ya evoca en su título todo el dramatismo de una denuncia que le convierte en notario de excepción de una parte importante de la historia. Dos referentes imprescindibles. 

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