Si la UE no existiera, habría que inventarla, pero rediseñándola. La gran Europa democrática y garante del bienestar social hace agua. Los ejecutores del proyecto parecen sometidos solo a la macroeconomía, dejando de lado a la parte más numerosa de sus ciudadanos: asalariados, autónomos y pequeños y medianos empresarios. Es una UE que no se adapta a la realidad socioeconómica de sus territorios y quiere uniformizarnos bajo un patrón impositivo. Pretende igualarnos en los gravámenes, obviando la equiparación de salarios mínimos, percepciones medias, pensiones, prestaciones y servicios sociales. ¿Cómo pueden decirnos que hemos de pagar el mismo tipo de IVA que países donde el salario mínimo es el doble que el de España? ¿Cómo osan pedir contención salarial si ya cobramos mucho menos por los mismos trabajos y las mismas categorías? Europa debería dar un golpe de timón y deshacerse de esta democracia dictatorial impuesta por oscuros intereses económicos que maniatan a nuestros dirigentes. La UE debe continuar existiendo y prosperando para evitar que haya ciudadanos de primera y de segunda.
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