En una sociedad en la que el ahorro ha ido pasando del ámbito privado al público –Seguridad Social– y los lazos familiares se van debilitando a medida que avanza la edad, la dependencia de las personas mayores con respecto a la Administración y los diversos servicios que necesitan es cada día más evidente. A la sensación de depender de los demás, darnos cuenta de que necesitamos a otros para hacer cosas que hasta ahora habíamos hecho solos, se suma el hecho de que en nuestro país, miles de personas a las que se ha concedido el estatus de dependientes están muriendo antes de que les llegue el primer euro de ayuda. Una ofensa increíble que está pasando año tras año ante la indiferencia y las mentiras de nuestros políticos. El aumento de la expectativa de vida no ha venido acompañado de una mejora en la calidad de vida de las personas mayores, que en muchos casos deben afrontar una degradación física sumidos en dificultades económicas, porque las pensiones son insuficientes. Me ofende que una persona de 93 años tenga que esperar dos años para percibir una pequeña ayuda.
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