La consellera de Ensenyament de la Generalitat, Irene Rigau, afirmó en referencia a la muerte de un profesor a manos de un alumno: "Somos conscientes de que ha habido un difunto, ha habido unas personas heridas, pero hay una gran víctima que es este niño". Señora, tenga la decencia de permitir que el colectivo de enseñantes vele en silencio al compañero muerto en su lugar de trabajo. Porque estamos hartos de ver las tonterías de los dirigentes políticos para asfixiar la enseñanza pública. Porque tenemos la garganta seca de reclamar más atención y más medios para nuestras escuelas. Porque el sacrificio, la dedicación y la implicación del profesorado van más allá, mucho más allá, lo que le exige su nómina congelada. Porque los políticos, y la sociedad en general, deberían recuperar la estima y el respeto por los educadores que, pese a los impedimentos monstruosos de unas políticas insolidarias, luchan para formar las futuras generaciones de ciudadanos que deberán sacar adelante el mundo. Señora, el "difunto" era hijo y hermano, compañero, amigo, profesional. Anhelaba ser profesor y luchó para conseguirlo; sin embargo no volverá a entrar en un aula. Señora Rigau, estamos de luto; haga eL favor de guardar silencio. Nuestra gran víctima lo merece.
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