Se acabó la austeridad. Gracias al señor Tsipras, ahora los griegos podrán consumir todo lo que quieran; los que se lo puedan permitir, claro. Consumir como locos para activar el comercio, crear trabajo y recaudar más impuestos para invertirlos en servicios sociales. Una mala interpretación de lo que necesita la sociedad. No se debe relacionar el nivel de austeridad con los recortes de los servicios sociales. El consumo desmesurado de materias primas es contraproducente para la conservación del planeta; por tanto, es incomprensible que, por un lado, y específicamente los partidos de izquierdas, promuevan la protección de la naturaleza, y por otro, exista esta consigna contra la austeridad de Syriza y otros políticos europeos, también de izquierdas, para incentivar el consumo desmesurado. La solución para recaudar impuestos para el mantenimiento de unos servicios sociales dignos debe venir por otras políticas, como la recaudación de impuestos progresiva en relación con la riqueza. Quien más tiene, más paga; pero seamos austeros, por el bien del planeta, y por tanto, del futuro de la humanidad.
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