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SALUD

Cuatro historias sobre el estigma de la enfermedad mental

Domingo, 5 de abril del 2015 Xavier Martí (Barcelona)

Centro de Instrucción de Reclutas del Ejército de Tierra. El Ferral del Bernesga. León, 1983. Estoy en la Enfermería. Intento explicarle a un oficial médico el brote psicótico que tuve pocos días antes de incorporarme a filas. Me dice a gritos que no me licenciaré en mi vida y me ordena que salga del despacho. Me paso 15 meses a la mili disparando con todo tipo de armas, lo que hace que mi enfermedad se agrave. Hospital De San Pablo. Pabellón Sant Jordi de Psiquiatría. Barcelona, 1985. En una terapia de grupo, he empezado a reír sin parar. Me ingresan en el psiquiátrico. La psiquiatra de guardia me pregunta si sé por qué. Le respondo que porque esas risas no son normales. Ella me dice que sin medicación me desmadro, y que ellos decidirían si mi risa es normal o no. Cuando salgo del psiquiátrico ni la medicación ni las terapias hacen que deje de reír.

Asociación Para la Rehabilitación del Enfermo Psíquico AREP. Barcelona, 1987. Conferencia sobre la esterilización de los enfermos ante pacientes y nuestros padres. Nos hablan de la conveniencia de que a los enfermos psíquicos se nos haga la vasectomía o la ligadura de trompas para que podamos "disfrutar del sexo sin riesgos de embarazo". Me pregunto si no soy yo quien tiene el derecho a decidir si quiero fundar una familia o no.

Oficina del Servei de Col·locació de Catalunya. Barcelona, 1999. Quiero buscar trabajo. Le digo al funcionario que llevo las fotocopias de los diplomas de los cursos que he hecho para encontrar trabajo. Él me dice que le basta la copia de mi certificado de disminución y que escriba lo que me gusta hacer. Yo escribo que me gusta mucho escribir. Él lo pasa en el ordenador y me hace firmar. En mi currículo solo consta mi certificado de disminución y la frase: "Me gusta mucho escribir". Reclamo. Me invita a irme. Pasarán cuatro años y dos cursos de 1.200 horas hasta que mi currículo esté bien hecho.



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