Viernes, 18 de octubre del 2013 M. M. Barenys B. (Barcelona)

Pido perdón. Como creyente, católica y practicante. Por aquellos a quienes toca hacerlo y todavía no lo han hecho. Pido perdón a todos aquellos mártires, creyentes o no, que defendieron, conscientemente o no, el estar al lado del pueblo; todos ellos muertos en combate, en prisión, asesinados defendiendo la libertad y que aún hoy son arrinconados por el desprecio y la prepotencia de una Iglesia española a la que le cuesta dejar de estar al lado del poder. Y la Iglesia catalana, ¿acabará desmarcándose y volverá a tener vida propia? Creo que son mártires y beatos los sacerdotes y laicos cristianos asesinados por los vencedores del golpe de Estado. Tan beatos son los que dieron testimonio de su fe cristiana ante unos asesinos, como los que murieron ante los fusiles de la represalia. Por este motivo considero beatos, tanto si la burocracia de la Iglesia les pone el nombre o no, a todos los cristianos que ahora en países hostiles a la fe cristiana son asesinados por mostrar su fe sin esconderse ante la intransigencia. Los sacerdotes muertos por el hecho de ser sacerdotes ahora beatificados en Tarragona; los que defendieron la República, otra multitud de católicos laicos muertos en las prisiones del dictador por defender un país más justo y libre; y en general todos los cristianos muertos en países donde profesar la fe ya es un acto constante de heroicidad y santidad, todos ellos son, para mí beatos mártires. Y sí, pido perdón porque no lo decimos bien alto, a los cuatro vientos.  

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