Soy secretaria de una asociación cannábica, pero no soy consumidora. Mucha gente se pregunta por qué lo hago. El primer paso fue vivir la experiencia de un cáncer muy de cerca. Ver como después de una quimioterapia la marihuana ayuda a ser un poco más persona no tiene precio. Tuvimos que pasar por el mal trago de que nos cerraran nuestro primer local, y nos mudamos a una ciudad cercana, donde todo fue a mejor. Nunca ha habido problemas, y cada día viene más gente que es recibida con los brazos abiertos. Más que una asociación, es nuestra casa. Hay sofás, televisión, futbolín, billar, pimpón... La gente no viene a colocarse. Incluso cada vez se asocian más no fumadores, porque lo ven como su local de reunión. Hay maneras y maneras de hacer las cosas. Decidimos hacerlo a la nuestra, y estamos felices por ello. Todos deberíamos hacer un esfuerzo por dejar de ver la marihuana como algo fatal, y a la gente que la consume como delincuentes.
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