Los catalanes tenemos suerte, tenemos dos madres. Una, España, es alegre, intuitiva y acogedora. La otra, Catalunya, seria y trabajadora, me transmite una gran seguridad. Hace un tiempo han cambiado las dos. No sé por qué, pero siento que me voy quedando huérfano y que en breve desaparecerán de mi vida. Mamá España ya no me mira con cariño como antes. No me cuida, no me acoge en sus brazos y no me da lo que necesito. Un día me dijo que me quería pero que le disgustaba que yo fuera un hijo diferente. Que no la entiendo, que no me entiende, que le hable en su idioma. Que siempre me quejo. Que ya estaba harta de mí y que me castigaría. Mi otra madre, Catalunya, se ha vuelto inestable y cleptómana. Me siento incómodo a su lado. Se inventa historias y muchos dicen que se ha vuelto loca. No hace nada en casa, a veces la nevera está vacía y cuando me encuentro mal no me lleva al médico. Dice que es culpa de mi otra madre. Lo grave es que me enteré de que lleva años hurtando y robando y me temo que ese dinero se lo haya gastado en sus vicios. Total que estoy muy triste, porque me siento huérfano.
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