Estos días se han oído y leído muchas críticas, quejas y malas palabras hacia los Mossos d’Esquadra. Creo que los autores de estas críticas no son conscientes de la labor policial actual, de las medidas de seguridad que necesitan, de los riesgos que corren ni de las dificultades para reducir a un hombre. No son conscientes de que detrás de una sirena policial hay hombres y mujeres, vidas e historias. No son conscientes de todo a lo que se exponen: se la juegan físicamente y psicológicamente por personas a las que solo verán una vez en su vida, a las que no conocen, pero aún así, se sienten en el deber de proteger.
No soy policía. Soy estudiante de Criminología: creo en la víctima y en la reinserción de delincuentes, y todas estas críticas a los Mossos me duelen. Aunque lo que más me duele es que la gente no sea consciente de todo esto y que, pese a que existe la posibilidad de que esos agentes sean impunes, se siga vendiendo su culpabilidad. Y sin que haya sentencia. Un juez decide con papeles sobre la mesa, con vídeos, pruebas, derechos, normas y toda aquella jurisprudencia que tanto ha tenido que estudiar para poder ejercer. Un policía no dispone de tiempo ni pruebas; a veces, tiene que decidir en el momento cómo actuar.
Permítanme un consejo: antes de juzgar, hay que intentar comprender a estos profesionales y la labor que desempeñan. Y luego, criticar. Aunque, tal vez, ya no quedarán ganas de hacerlo.
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