El pasado fin de semana se celebró el concurso anual de ballet más prestigioso del mundo, el Prix de Lausanne. En el 2008 lo ganó Aleix Martínez, actual solista del ballet de Hamburgo. En el 2012, Sonia Vinogard, bailarina del ballet de Dresde. En el 2014 venció David Navarro, que ya decidirá entre el amplio abanico de buenas compañías que se le ofrecerán. Bailarines catalanes en la élite mundial, reconocidos en todo el mundo menos en casa, donde no merecen ni una mención en los periódicos. El bailarín a quien David más admira es Ángel Corella, que intenta sacar adelante la compañía Barcelona Ballet. Pero parece que ni Barcelona tendrá ballet, ni David podrá bailar en ella, como sus compañeros de aventura en Lausana y tantos más que bailan por todo el mundo, admirados por quienes aman este arte tan exigente y tan poco valorado aquí.
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