La seriedad y la competencia del Bundesbank alemán están fuera de duda. Con independencia del color de los gobernantes, actúa para que las medidas económicas sean las mejores, o menos malas, para los ciudadanos de su país y, al ser Alemania el motor de la UE, para muchos europeos. Karl Otto Pöhl, exdirector del Bundesbank recientemente fallecido, se las mantuvo tiesas al canciller Kohl, de centroderecha, y luego al socialista Schröder. Mientras en el 2008 en España muchos negaban la crisis y otros miraban para otro lado –algunos de los que ahora se escandalizan porque Rajoy, con datos objetivos, se atreva a ser optimista–, el Bundesbank fue clave para que la UE no se hundiera y para la recuperación económica europea. Habrá algunos que no estén de acuerdo (esos mismos que unas veces miran con lupa, y otras, a otro lado), pero el Bundesbank no puede remediar ni actuar ante tantos ERE andaluces, tantos endeudamientos de miles de millones maquillados con la lucha por la libertad del pueblo y tantas actividades bancarias nefastas con tarjetas B de sus dirigentes. Pues bien, el Bundesbank avisa de la repercusión para la economía de los españoles e, indirectamente, para muchos europeos si se intentase implantar alguna de las ocurrencias de los Iglesias, Monederos y demás podemistas. Navegando con Podemos acabaríamos arruinados en el fondo del mar. Eso sí, antes haciéndoles publicidad gratuita y otorgando radios y televisiones a varios de ellos el título de tertuliano perenne.
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