Desde los 14 años hasta los 36 estuve asegurado como camarero en la misma empresa. Hasta los 58 que tengo ahora, he sido un pequeño empresario autónomo, primero de un supermercado y ahora de un bar. Durante estos años he cotizado a la seguridad social de manera intermitente. Solo he cogido la baja una vez, hace 20 años. Después de arrastrar un dolor de rodilla durante año y medio, en mayo me di de baja y contraté a un trabajador vinculado a la misma. En julio cobré el primer mes de baja, 706,02 euros, de los que tuve que pagar los 324 euros que pago mensualmente por ser autónomo. La Seguridad Social me instó a presentarme a una inspección médica el 13 de agosto y me dieron el alta sin haberme hecho más que una triste radiografía y con cita pendiente para una resonancia magnética. Después de 42 años trabajando y sin dar ningún gasto a la Seguridad Social, en menos de dos meses que me han dado el alta sin ninguna explicación. Mi rodilla sigue igual, y tengo que aguantar dolor en el trabajo. Ni siquiera me han diagnosticado. El gestor me dice que las cosas con los autónomos son así. Él médico que me dio el alta actuaba como un robot, parece que dan las altas de manera sistemática. Si se me complica la rodilla, ni siquiera puedo darme de baja otra vez: tienen que pasar seis meses para pedir la baja por un mismo dolor. Mientras, voy a trabajar con dolor. Deberían cuidar a los autónomos pequeños empresarios: aguantamos carros y carretas y se ríen de nosotros.
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