El otro día, tras 25 minutos de espera, dos mujeres no pudieron subir al autobús 92 porque iba lleno. Una iba con dos bebés de tres meses, y la otra, con dos niños de cuatro y tres años. El siguiente bus tardaba 30 minutos en pasar. Esto se repite a menudo y no hay alternativa para ir desde la Dreta de l’Eixample y el Poblenou a Can Baró y el Carmel, un trayecto de un gran desnivel. La situación ha empeorado mucho con las nuevas líneas verticales y horizontales, que benefician a barrios que ya tenían una buena red de transporte público. El 92 cubre escuelas, guarderías, centros deportivos y rutas turísticas, su frecuencia de paso real es de entre 15 y 23 minutos y siempre va lleno. Además, tarda 40 minutos en hacer un trayecto de 10 en transporte privado.
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