El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, ha manifestado en un coloquio en la embajada de España ante la Santa Sede, en Roma, que el matrimonio homosexual no puede tener los mismos derechos que el matrimonio heterosexual. [Sus declaraciones fueron: "Existen argumentos racionales que dicen que ese matrimonio no debe tener la misma protección por parte de los poderes públicos que el matrimonio. La pervivencia de la especie, por ejemplo, no estaría garantizada"].
Si seguimos la regla de tres que ha establecido el ministro Fernández Díaz, los monasterios, conventos e iglesias deberían perder sus privilegios simplemente porque sus residentes desean permanecer solteros durante toda la vida y, por tanto, no garantizan la pervivencia de la especie. ¿No es el celibato, entonces, una decisión antinatural? Y las parejas que por motivos biológicos no pueden tener hijos, ¿también deberían incluirse dentro del esquema contranatural del que habla Fernández Díaz? En este caso, la procreación (o la "pervivencia de la especie") es un argumento estéril, y nunca mejor dicho, para atacar la homosexualidad.
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