Soy catalán, pero vivo en Madrid, capital de ese país que se dice que nos roba, que no nos quiere, que nos aplasta, pero donde se me ha tratado con más respeto del que se trata en Catalunya a los españoles. En Catalunya se está olvidando a un gran sector de la población, el de los que nos sentimos tan catalanes como españoles. Se nos silencia y se nos etiqueta de fascistas. Es lamentable que en el siglo XXI, el de la unificación, estemos intentando poner una frontera. Esta gente que dice querer a su país no se da cuenta de que lo está rompiendo, y algunos estamos dolidos porque se nos está separando de esa tierra, de nuestra tierra, y nos estamos viendo obligados a dejar de considerarnos catalanes muy a nuestro pesar. Invito a pensar a esas personas que quieren esa Catalunya independente si quieren volver a la Catalunya de las 600 familias; si quieren pagar más para que cuatro vivan mejor. Me niego a vivir en un país donde la ley no es igual para todos, donde tendremos menos posibilidades de crecer por no apellidarnos de cierta manera. Y espero que muchos más os neguéis y no dejéis caer a esta magnífica región de España en el pozo de nunca jamás.
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