Cinco años de permanente propaganda y constante agitación de la sociedad catalana por parte de Artur Mas desde el Govern de la Generalitat han acabado en un sonoro fracaso. Nos decían que estas elecciones eran un plebiscito y lo han perdido: no han obtenido la mayoría de votos de los ciudadanos. Nos dijeron que la lista conjunta de CiU y ERC, en la que había numerosos personajes mediáticos, iba a arrasar, y sin embargo la suma de convergentes y republicanos ha obtenido su peor resultado en 35 años. Si no fuera por un sistema electoral que beneficia descaradamente al nacionalismo catalán en Catalunya -por ese motivo no lo han cambiado- y que hace que el voto en las provincias nacionalistas valga el doble que en las no nacionalistas, ni siquiera hubieran obtenido esa escuálida y engañosa mayoría de escaños. El presidente de la Generalitat lleva demasiados años en su papel de líder mesiánico embarcado en una aventura que no lleva a ninguna parte. Debería bajar ya de la nube a la realidad.
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