El tranvía de Barcelona, una historia de superación

20 años del Trambaix y el Trambesòs

Se cumplen dos décadas del regreso de un transporte público que en los años 70 sucumbió a la dictadura del automóvil y que ahora busca convertirse en punta de lanza de la movilidad urbana y metropolitana.

Un reportaje de Carlos Márquez Daniel
Infografías de Alex R. Fischer
Imágenes de archivo TMB, Ricard Cugat y Marta Jordi
Vídeos de Zowy Voeten

El tranvía no ha tenido una vida fácil en Barcelona desde su regreso en 2004. No porque faltara demanda (ha sido más bien al contrario) o porque haya sufrido problemas en su desarrollo (escasos o nulos). Más bien porque, aunque se ha ido extendiendo hasta conectar ya nueve municipios, se ha convertido en constante arma política arrojadiza

Hay quien defiende que es una infraestructura que separa barrios y que genera una cicatriz urbana infranqueable. Y hay quien ve el Tram como una alternativa eficaz, racional y lógica ante la dificultad (sobre todo económica) de hacer llegar el metro más allá de los confines urbanos de Barcelona.

En cualquier caso, el tranvía ha demostrado en estos 20 años que su vuelta al ruedo de la movilidad no era una anécdota y que su vocación es la de seguir creciendo. El año 2023 se cerró con récord histórico de viajeros: 30.962.605 validaciones. Ahora tiene en marcha las obras para conectar los tranvías del Llobregat y los del Besòs. Y también se ha abierto el debate sobre el modelo de gestión una vez termine la concesión, en 2032. Mucho por decidir, mucho por crecer.

Una historia de supervivencia

Tras ocho años de proyectos y estudios, el tranvía de Barcelona se estrenó el 27 de junio de 1872. Era un jueves caluroso, y ese primer servicio unía el Pla de la Boqueria, en La Rambla, con los Josepets (plaza de Lesseps) del todavía pueblo independiente de Gràcia. Cuatro caballos o mulas constituían la fuerza motora.

La empresa de capital británico Barcelona Tramways Company Limited se encargaba de la explotación del ferrocarril, que disponía de 10 vehículos construidos por la firma Geo Starbruck & Co que ofrecían 36 asientos en tranvías con planta superior (conocida como imperial).

El primer tranvía de Barcelona (Boqueria-Lesseps). Foto: Archivo TMB

El primer tranvía de Barcelona (Boqueria-Lesseps). Foto: Archivo TMB

La tracción eléctrica no llegaría a Barcelona hasta casi el cambio de siglo. La primera línea agraciada fue, en enero de 1899, la de Circumval·lació, que seguía el perímetro de las antiguas murallas de la ciudad, que habían empezado a caer a partir de la segunda mitad del siglo XIX para dar cumplimiento al plan de Ensanche de Barcelona de Ildefons Cerdà (1859).

Tranvía eléctrico. Foto: Archivo TMB

Tranvía eléctrico. Foto: Archivo TMB

La llegada del siglo XX y la progresiva absorción de las antiguas villas que rodeaban Barcelona propiciaron la expansión del tranvía. El invento también experimentó un cierto giro social que terminó de darle el empuje definitivo: pasó de ser un transporte elitista a ser considerado un medio de masas.

Archivo TMB

Archivo TMB

Durante la Exposición Universal de 1929, por las calles de Barcelona ya circulaban 800 tranvías por una red de más de 200 kilómetros de vías. Cada año se registraban cerca de 250 millones de validaciones.

Todo iba bien para el tranvía de Barcelona a pesar de que en la década de los años 20 irrumpieron los autobuses, un medio de transporte que no lo tuvo fácil por la fuerte presión del lobi del tranvía, que dificultó sobremanera su consolidación en la ciudad.

También en 1924 se estrenó la primera línea de metro (Lesseps-Catalunya, curiosamente un recorrido muy parecido al del primer tranvía), pero todavía faltaban algunos años para que el subterráneo cogiera músculo y supusiera una amenaza para el todopoderoso tranvía. Llegó la guerra civil y todo se detuvo. La posguerra no fue mejor: en Barcelona apenas quedaban 50 tranvías capaces de circular.

Plaza de la Universitat esquina Pelai, en 1936. Foto: Archivo TMB

Plaza de la Universitat esquina Pelai, en 1936. Foto: Archivo TMB

Poco a poco se volvió a la normalidad y el servicio se amplió. En 1952 se batió el récord de viajes, con 358 millones de validaciones, conseguidos sobre todo por el bajo precio del billete y por el crecimiento poblacional en Barcelona. En 1957, el alcalde José María de Porcioles decidió municipalizar el servicio. Se hizo lo mismo con el metro, que se convirtió en la prioridad para el ayuntamiento, en detrimento del tranvía.

Tranvía circulando en 1966 por paseo de Gràcia, a la altura de la Gran Via. Foto: Archivo TMB

Tranvía circulando en 1966 por paseo de Gràcia, a la altura de la Gran Via. Foto: Archivo TMB

La agonía fue larga. Y la desinversión, constante. Para nada ayudó que todas las decisiones sobre movilidad y urbanismo a partir de los años 60 tuvieran como principal eje el automóvil, el nuevo símbolo de prosperidad en las grandes ciudades. El transporte público, tras casi 100 años de papel protagonista, empezaba a ocupar un discreto segundo plano.

Todo terminó la madrugada del 18 al 19 de marzo de 1971 con la clausura de las últimas líneas, las de Drassanes a Horta y a la Via Júlia. La propaganda del régimen sentenció el invento: "Barcelona, por fin libre de tranvías". Solo sobrevivió el Tramvia Blau, entonces en manos privadas. En los años 80, el menudo ferrocarril del Tibidabo pasó a ser controlado por TMB, pero el 28 de enero de 2018 también dejó de circular, se dijo, por cuestiones de seguridad. Seis años después, sigue en las cocheras.

El regreso del tranvía a Barcelona

Aunque el Tram no se estrenó hasta abril de 2004, el debate sobre la recuperación del tranvía en Barcelona había empezado mucho antes. Y con una visión que trascendía a los límites de la gran ciudad. En 1987, desde Transportes Metropolitanos de Barcelona, se diseña la denominada 'línea Diagonal', un tren ligero en superficie que debía ir desde el Besòs hasta Zona Universitària para luego adentrarse en el Baix Llobregat.

Cuatro años más tarde, en 1991, la Entidad del Transporte Metropolitano (EMT), uno de los entes que sobrevivieron a la disolución de la Corporación Metropolitana perpetrada por el Govern de Jordi Pujol en 1987 para poner freno al creciente poder del denominado 'cinturón rojo', convocó un concurso para implantar un sistema tranviario entre la capital catalana y los municipios del Baix Llobregat. En 1997 incluso se hizo una prueba por la Diagonal con un tranvía traído desde Grenoble, en un tramo que iba desde Maria Cristina hasta el cruce con Entença.

Primeras pruebas del tranvía por un tramo de la Diagonal el 8 de junio de 1997. Foto: Danny Caminal

Primeras pruebas del tranvía por un tramo de la Diagonal el 8 de junio de 1997. Foto: Danny Caminal

El concurso definitivo, sin embargo, lo convocó la Autoritat del Trasport Metropolità en 1999 (el ente público se había creado en 1997). De este modo, el proyecto pasaba a manos del Govern, o lo que es lo mismo, a manos de CiU. Las obras del Trambaix empezaron en el verano de 2001, mientras que las del Trambesòs hicieron lo propio en 2003.

Y llegó el Trambaix...

El Trambaix, en la parada de la Illa Diagonal, en 2004. Foto: Ricard Cugat

El Trambaix, en la parada de la Illa Diagonal, en 2004. Foto: Ricard Cugat

Tras unas semanas previas muy polémicas, pues se registraron más de 20 accidentes en dos meses (casi todos, por culpa de conductores) con el tren en pruebas y sin pasaje, el tranvía hacia el Llobregat se estrenó el 3 de abril de 2004, un sábado. El president ya era entonces Pasqual Maragall (y el alcalde de Barcelona era Joan Clos) con lo que la inauguración no contó con la presencia de representantes de CiU, a pesar de que Jordi Pujol había colocado la primera piedra de las obras en junio de 2001.

Se pusieron en funcionamiento las líneas T1, T2 y T3, con 12 kilómetros de longitud y 25 paradas. El tranvía conectaba al fin Barcelona con L'Hospitalet, Cornellà, Esplugues y Sant Joan Despí, y en 2007 llegó a Sant Feliu de Llobregat (prolongación de la T3). En 2023, el Trambaix batió su récord de viajes con 21.821.274 validaciones.

Y poco después, el Trambesòs

El Trambesòs, en 2004, en Glòries. Foto: Marta Jordi

El Trambesòs, en 2004, en Glòries. Foto: Marta Jordi

El 8 de mayo de 2004 fue el turno de la línea T4 del tranvía desde Glòries hasta Sant Adrià de Besòs, con una longitud de 4,8 kilómetros. Fue un estreno algo accidentado, pues la presencia de un material bituminoso (ablandado por el calor) en los raíles obligó a parar los dos ramales del Tram durante casi 10 días. Pasado el susto, el ferrocarril puedo iniciar ya su nueva vida hacia ambas laderas de Barcelona.

En julio de ese mismo año, la T4 ya llegó hasta la Ciutadella, mientras que la T5 no vio la luz hasta octubre de 2006 y un año después desembarcó Badalona. Ya en junio de 2008, el Trambesòs empezó a operar la línea T6, cuyo recorrido se modificó en 2012.

Los planes de futuro

Ya desde el primer momento, la lógica orográfica así lo evidenciaba, se esperaba que los dos tranvías acabaran uniéndose a través de la Diagonal. En septiembre de 2008, el entonces alcalde Jordi Hereu anunció la voluntad municipal de terminar la faena. Pero las cosas de la política le llevaron a convocar una consulta en 2010 que terminó en naufragio para el PSC: en 2011 perdieron la ciudad después de tres décadas en el poder.

Ahora ya sí están en marcha las obras del tranvía por la Diagonal. Por ahora, solo desde Glòries hasta Verdaguer (se estrena en el último trimestre del año), sin que esté claro cuándo se terminará la unión hasta Francesc Macià. Si se atiende a las palabras del alcalde Jaume Collboni, no parece muy probable que vaya a suceder en el presente mandato.

Luego, en la próxima década, vendrán otros debates. El primero, sobre la gestión del Tram una vez termine la concesión a una empresa privada en 2032. Y después, las ampliaciones, como la prevista en Sant Feliu cuando termine la cobertura de las vías de Rodalies. Y quién sabe, más adelante, nuevas líneas. ¿Gran Via, quizás...?

El tram del futuro

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El tranvía es hoy un medio de transporte público más que consolidado en Barcelona y su área metropolitana. No solo crece en cuanto a pasajeros, también suele ser el mejor valorado en las encuestas. Después de más de 30 años de olvido (con permiso del ahora ninguneado Tramvia Blau), regresó a la ciudad con el objetivo de acortar distancias entre la capital catalana y las ciudades de su entorno: son ya nueve los municipios conectados.

Una vez el Trambaix y el Trambesòs estén unidos, si es que termina sucediendo, se calcula que la demanda se doblará, hasta llegar a un total de 220.000 viajeros diarios. También se espera que por la Diagonal circulen cerca de 12.000 vehículos menos al día. Cuándo pasará es una incógnita. Pero si algo ha demostrado el tranvía es que tiene paciencia. Y resiliencia.

Un reportaje de Carlos Márquez Daniel
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Coordinación de Rafa Julve