Los perritos y la poni de la reina Isabel II también se despiden de ella
Si alguien va a echar de menos a Isabel II, esas son sus mascotas más queridas.
Los dos perritos corgi de la reina Isabel II, cuidados por dos ayudantes, así como su poni, han participado en la despedida final a su dueña en Inglaterra. La reina era una gran amante de sus mascotas, y la casa real británica quiso así hacer más especial el funeral de Estado con el que se dieron por finalizados los actos fúnebres.
Los perritos recibieron la visita del príncipe Andrés a su llegada al Castillo de Windsor, antes de la ceremonia en la que se bajó el féretro de la monarca a la bóveda de la Capilla de San Jorge.
Los dos corgis, que se llaman Muick y Sandy, que han pasado a ser responsabilidad del duque de York tras la muerte de la reina el 8 de septiembre, fueron vistos en las escaleras del Castillo de Windsor, tomados por dos ayudantes, donde se dice que despidieron a la monarca.
Estos dos perros en concreto fueron un regalo del príncipe Andrés y sus hijas, la princesa Beatriz y la princesa Eugenia, para ayudarla a sobrellevar la muerte del príncipe Felipe en 2021.
Los dos últimos corgis de la monarca, escoltados por los ayudantes reales que los paseaban con correa, se pudieron ver tranquilamente en un lateral del Castillo de Windsor.
Por un momento, el príncipe Andrés fue captado hablando con los ayudantes y dando a los corgis unas palmadas en la cabeza, antes de volver a los actos solemnes.
La BBC ha confirmado que Andrés y su exmujer, Sarah Ferguson, cuidarán de los perritos en Royal Lodge, en Windsor, donde viven juntos.
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Emma, la poni de la reina, también se despide de ella
Por su parte, Emma, la poni que la monarca montó en su última época, también participó en el evento: permaneció en los jardines del castillo y desde un lateral el animal también pudo 'despedirse' de la reina.
Tras los actos, la reina volvió a Windsor (y se reunirá para la eternidad con su marido, el Príncipe Felipe) y allí fue recibida con una alfombra de flores mientras los dolientes llegaban a la Capilla de San Jorge para el entierro.
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