Es más fácil operar a corazón abierto que pedir un café en Los Ángeles

A las pruebas me remito.

Carmen Raya con bocadillo Cuore en la pared rosa de Paul Smith
Carmen Raya con bocadillo Cuore en la pared rosa de Paul Smith / INSTAGRAM

Desde que llegué a esta maravillosa ciudad sin aceras que es Los Ángeles, me vi obligada a dejar uno de los vicios (por no decir el único) por el que he sentido auténtica devoción (authentic devotion, bilingüismo) en toda mi vida: el tabaco (the tobaco).

Sí, los desorbitados precios de estos maravillosos cilindros cancerígenos (niños, no fuméis) y el hecho de que aquí está mejor visto llevar tu escopeta a modo de bolso a la iglesia los domingos que fumar por la calle hicieron que renunciase a él. La peor ruptura de toda mi vida, no os engañaré.

Pero bueno, he aquí una (o sea, yo) que lleva ya casi 8 meses sin fumar y, aunque orgullosa, he de confesar que he sustituido este vicio por otro. Uno que, para ser sincera, me está saliendo más caro que el antiguo (como cuando te cambias de coche) y que me está poniendo un poquito de los nervios (y no precisamente por la cafeína). Este vicio es... ¡el café!

Para empezar, aquí el precio medio del café (así redondeándolo) es de, mínimo, 4 dólares. En vaso de cartón, ¿eh? Nada de exquisiteces. O bueno sí, también hay café en vaso de plástico. Una 'delicatessen'. Ah, sin contar que aquí la propina es obligatoria y con la tontería el café se te pone en los 5-6 dólares (depende de lo tacaño/pobre que seas). Total, que claro, luego me pongo a hacer cuentas de a cuanto me sale mi nuevo vicio y el resultado total al mes me da un total de...

Y sí, ahora todos me diréis que porque no me compro el café y me lo hago en casa. Y esta es la mejor contestación que puedo daros: ir a por café por la mañana en Estados Unidos es el 'vamos de cañas' en España. Tú no te compras una cerveza para tomártela en tu casa para hacer como que te vas de cañas. Punto. Pues aquí igual, ¿entendido? Ok, avancemos pues.

Pero si tomar café me va a llevar derechita a la pobreza (si a eso le sumáis que me dedico al periodismo y soy autónoma eso te sale a 'double extreme pobreza edition'), lo que también me va a llevar es a la locura porque, atención ahí, se han terminado exámenes del MIR antes que yo pidiendo un café de buena mañana. ¿El motivo? La interminable lista de preguntas que te hacen y que estoy segura que ha elaborado un agente de la CIA que se dedicaba a hacer interrogatorios a espías en los años de la guerra fría.

Sí, agente, estamos aquí para hablar del hecho de que pedir café en Los Ángeles es más complicado y tedioso que depilarse las inglés con cera en el baño de una residencia de estudiantes antes de que el láser llegase a nuestras vidas (amigas, yo también he pasado por eso). El caso (the case), que para que os hagáis una idea, yo la última vez que me pedí un café en España (allá por marzo de 2019), la conversación fue más o menos así:

- Carmen Raya: Hola, un café con leche, por favor.

- Camarero: Marchando.

Así, sin paños calientes. Una conversación clara, sincera y sin rodeos donde el camarero no necesita más indicaciones (ni que fuera un GPS) porque da por hecho que si yo no le he especificado nada más es porque quiero un café con leche de toda la vida de Dios. Porque en España los camareros no te generan más dudas de las que tú de por sí ya tienes en tu día a día. Los camareros españoles te hacen la vida más amable, más humana, menos rara...

En España, los camareros son AMOR, del bueno. Y vosotros que estáis allí, y cuando os cuente a lo que me tengo que enfrentar cada mañana aquí, deberíais empezar a valorarlos más de lo que ya lo hacéis.

[Gracias, gracias, lo sé, me he lucido con este alegato pro-camarero español]

Sin embargo, esta es la conversación que se produce en Los Ángeles cuando yo o cualquier son of neighbor (hijo de vecino) quiere tomarse un 'cafelito' de buena mañana. Lo que encontraréis entre corchetes son mis pensamientos a lo que va ocurriendo en la conversación. Los que me habéis leído otras veces ya sabéis cómo funciona esto, los que no, poneos las pilas. :) ( sí, os he puesto una carita sonriente. Pulitzer de periodismo para mí ya).

- Carmen Raya: Hola, quería un latte, por favor. [Aquí en USA no hay café con leche y esto es lo más parecido].

- Camarero: Hola, ¿frío o caliente? [A ver, amigo, no sé, elige por mí, si no te digo nada es porque no lo he pensado y, además, por norma general el café se sirve caliente. O sea, que si no te digo nada pónmelo de toda la vida, caliente].

- Carmen Raya: Frío. [Claro, si es que ya ha venido aquí este muchacho sembrándome la dudad de sí 'jotorais', hot or ice, y ahora resulta que le digo frío y yo realmente no sé si era lo que quería, pero vale].

- Camarero: ¿Qué tipo de leche? [la que te daba yo, amigo, que son las 7:30 de la mañana y no tengo la leche para tonterías].

- Carmen Raya: ¿Cuáles tenéis? [Pero cómo qué cuales tenéis, si yo en España no diferencio de si me la ponen entera o semidesnatada y ahora voy yo y me hago la 'guay'. También os dijo, que a hacer preguntas sabemos jugar todos, ¿eh?]

- Camarero: De almendra, de avena, de soja, sin lactosa, desnatada, semidesnatada, entera y normal. [Que te lo dice sin respirar como cuando un camarero español te recita los postres del menú del día].

- Carmen Raya: De avena. [Pero qué narices hago yo pidiendo leche de avena si ni quisiera es un animal y por lo tanto eso de leche tiene lo que yo de supermodelo].

- Camarero: ¿Quieres añadirle azúcar?

- Carmen Raya: No. [A ver si ahora te he pedido la leche de avena para que me quede un café 'cuqui', orgánico y que no engorde y me vienes tú aquí a desmontar el chiringuito].

- Camarero: ¿Tamaño? [Ay, amigo, los hombres siempre igual...]

- Carmen Raya: ¿Cuáles tenéis? [Ojito con lanzaros a decir el grande porque aquí su grande es el mediano español y así con todo, CON TODO, o no....]

- Camarero: Pequeño, mediano, grande y extra grande.

- Carmen Raya: Mediano. [Que siempre es el gran olvidado].

- Camarero: ¿Cuántos 'shots' de café?

- Carmen Raya: Uno. [Aunque como sigas así lo mismo me tienes que poner dos porque me estoy durmiendo con tanta pregunta].

-Camarero: Ok, entonces tenemos un latte con leche de avena, frío, mediano, sin azúcar y un shot de café. ¿Correcto?

- Carmen Raya: Sí. [A veces me encantaría decir no y comenzar de nuevo, pero luego me doy cuenta de que si lo hago entro tarde a trabajar, pero un día que tenga tiempo lo haré].

- Camarero: ¿Tu nombre?

- Carmen Raya: Carmen [adoro este momento que viene a continuación]

- Camarero: ¿Kathryn?

- Carmen Raya: No, Carmen.

- Camarero: Ah, perdón, Cartman.

-Carmen Raya: Sí. [Es mejor no discutir, en serio os lo digo. Solo los que vivimos en países angloparlantes sabemos de lo que hablamos con la 'cruz' de los nombres y apellidos.

-Camarero: 5.25 dólares, por favor.

(Minutos después...)

-Camarero: Aquí tienes tu café. Pasa un buen día.

- Carmen Raya: Gracias [dice ella mirando que en la etiqueta del vaso aparece escrito 'Katherine'].

Y esta soy yo saliendo de la cafetería:

¿Moraleja? Estoy perdiendo más minutos de vida pidiendo café que fumando. Igual el cambio no me ha salido a cuenta...

Pero bueno, hablando de 'latte', resulta que tengo un programa en Instagram llamado 'The Latte Show con Carmen Raya' del que podéis disfrutar en riguroso falso directo todos los martes, jueves y sábados por la mañana en mis Stories de Instagram. En él hablo con las 'influencers', no digo más.

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