Cómo afecta el Covid-19 al trabajo de una nómada digital

Osiris Martínez nos cuenta su experiencia. 

Osiris Martínez en Taipei
Osiris Martínez en Taipei / D.R.

Y llegó a Europa. Escribo estas líneas desde Bali, mientras España se encuentra inmersa en una crisis sanitaria sin precedentes, en la que toda una población se encuentra forzada a seguir las reglas de un estado de alerta y debe quedarse en su casa hasta nuevo aviso. Lo que podría ser el guión de una historia de ficción es en realidad una medida indispensable tomada por nuestro gobierno para evitar el contagio del Covid-19.

No vivo en Europa, pero el caos mundial generado por el virus también alcanzó mi vida y proyectos. Como sabéis, tengo la suerte de ser nómada digital y de vivir (y trabajar) viajando, de forma remota. Por esa razón, todo este encierro físico no me ha afectado (aún) a nivel laboral. Sigo con mi trabajo digital. Pero claro, soy nómada digital.. y eso también implica viajar. La incertidumbre e inestabilidad actual, el cierre de fronteras repentino y todas las restricciones fronterizas que prohíben la entrada de ciertos viajeros a determinados países, las cuarentenas impuestas y el control exhaustivo de datos médicos en muchos puntos de las ciudades y planetas acortaron un viaje que llevaba esperando y preparando mucho tiempo: Taiwán.

Como muchos sabréis, el país al que muchos aún llaman la ‘República de China’ ha sabido manejar y controlar lo que aún era una epidemia cuando les tocó enfrentarse al Covid-19 con una maestría y rigidez tales que pueden presumir de haber contado únicamente 53 casos de infectados por el Covid-19 y un solo muerto. Sus políticas fueron claras y contundentes desde la aparición del virus en su país vecino: cierre absoluto de fronteras a China y, paulatinamente pero muy rápido también, a los países que se iban sumando en las listas rojas, naranjas y amarillas de infectados, cuarentenas y restricciones, controles de salud en cada entrada al país y a lugares públicos, mascarilla obligatoria para todos los ciudadanos… ¡Poco margen de maniobra para que un virus se expanda!

Por eso, lejos de preocuparme, emprendí mi viaje a Taipei, para recorrer el país durante más de 10 días. Mi llegada fue de las que te enamoran de un lugar a primera vista: llegada y check-in con control de temperatura incluido en el hotel Courtyard Taipei Downtown, desayuno buffet impresionante, habitación divina con vistas, un trato exquisito, y un primer paseo turístico por la ciudad ideal… hasta enfrentarme con la cruda realidad.

Y es que, tras degustar una comida suculenta, en una conversación casual, me informan de que los checkeos constantes de temperatura son para asegurarse de que nadie supere los 37.5 grados. De ser así, el afectado se vería forzado a acudir a un hospital, para hacer las pruebas necesarias… ¡y quedarse unos días en cuarentena hasta asegurarse de no contraer el virus! Dicha medida (que por otro lado me parece acertada) truncó en un minuto mi ilusión y mi paz. ¡Podía perfectamente marcar esa temperatura en cualquier momento, incluso por un resfriado común y normal! Por eso, y pensando también en la posibilidad de verme frente a un cierre de puertas en Bali, decidí volverme a casa, renunciando a mucho dinero, proyectos de trabajo y planes que me hacían mucha ilusión. Os cuento todo esto, porque el mundo está cambiando. Todos estamos viviendo nuestra pequeña crisis particular. Pero de todo se aprende.

Con esto, me volví a dar cuenta de lo feliz que soy y de lo afortunada que me siento al viajar tanto y poder moverme. ¡Y seguro que vosotros ahora echáis de menos muchas cosas de vuestra vida diaria que os han quitado repentinamente! Saquemos cosas buenas de esta situación, disfrutemos del viaje…¡y volvamos más fuertes que nunca cuando todo se acabe!

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