Terapias con psicodélicos

¿son el remedio contra la
depresión aguda?

Terapias con psicodélicos

¿son el remedio contra la
depresión aguda?

Un reportaje de Fidel Masreal

La ciencia persigue desde hace siglos una cura para las enfermedades mentales. Pero a diferencia de las patologías físicas, lo relacionado con el cerebro y las emociones entraña una gran dificultad de análisis. Los especialistas, de entrada, discrepan sobre las causas, si bien hay un cierto consenso en que se trata siempre de una combinación de factores biológicos (nuestra carga genética, nuestros funcionamientos neuronales), psicológicos (cómo gestionamos nuestras emociones) y sociales (nuestra relación con el mundo, nuestra situación familiar, laboral y social).

Ayahuasca, planta con poderes alucinógenos.

Ayahuasca, planta con poderes alucinógenos.

Los psiquiatras e investigadores han logrado grandes avances en fármacos y terapias psicológicas. Pero nunca definitivos. Desde hace pocos años se está generando una gran expectativa con el uso de drogas psicodélicas. Los más optimistas hablan de un cambio de paradigma y de nuevas reglas del juego que pueden llevar a prevenir las enfermedades mentales en el futuro. Los más prudentes advierten de que faltan datos a medio y largo plazo para evaluar el impacto real de estas terapias, la mayoría de las cuales están todavía en fase experimental con pocos pacientes.

Todo ello abre ya un debate de fondo sobre si extender su uso, sobre cómo actúan realmente y sobre si, en realidad, se trata de una herramienta más que debe siempre combinarse con una terapia con un psicólogo para afianzar los esperanzadores cambios que producen una o dos dosis de estas sustancias, administradas siempre de forma muy controlada por parte de los profesionales dado que sus efectos sobre el cerebro son notables.

No en vano la palabra psicodélico es un neologismo procedente de dos vocablos griegos, y que viene a significar “que manifiesta el alma”. Y es que de lo que estamos hablando es de sustancias que abren caminos psicológicos ocultos en el paciente con los que posteriormente trabajar para deshacer los nudos del trastorno que sufre.

¿De qué tipos de drogas hablamos?

Estos psicodélicos usados científicamente se usan desde hace milenios, junto a otras decenas de sustancias. Culturas americanas, africanas y de la antigua Grecia (que utilizaba el kykeon) han empleado plantas alucinógenas con fines espirituales y comunitarios. Fray Ramón Pané, coetáneo de Colón, ya describió como los indios usaban "cierto polvo" que los "embriaga de tal modo que no saben lo que hacen". En México existen 14 especies de psilocibe usadas por grupos étnicos.

Psilocibina

Es una droga procedente de un principio activo de determinados hongos. Su uso es por vía de inhalación. El uso recreativo de estos hongos es conocido. En el caso de las terapias, este alcaloide alucinógeno se prescribe especialmente para depresiones resistentes.

MDMA

Es una droga sintética que actúa como estimulante. Conocida comúnmente como éxtasis en su versión recreativa. Se usa sobre todo para casos de estrés postraumático. Pero como la psilocibina, está en fase de experimentación para otras problemas como el tabaquismo y el alcoholismo.

5-MaO-DMT

Esta sustancia se obtiene fundamentalmente -entre otras procedencias- de un sapo, el bufo alvarius,  en Norteamérica. Esta droga se hizo algo popular cuando la estrella porno Nacho Vidal participó en un ritual con esta droga en el que resultó fallecida una persona.

¿Cómo actúan estas drogas? ¿Qué efectos provocan?

Estas sustancias provocan un incremento de manera generalizada en la conectividad entre distintas áreas del cerebro y redes neuronales. A nivel farmacológico, activan los receptores 5ht2-a, TAAR y dopamina.

A nivel neuronal provocan una reducción del filtro tálamo cortical e incrementan la influencia bottom-up (el paciente no pone en marcha ningún tipo de mecanismo intencional y son los estímulos los que controlan y dirigen su atención).

A nivel psicológico, estas drogas provocan estados alterados y afectivos, flexibilidad cognitiva y psicológica, creatividad, sugestibilidad, 'mindfulness', incremento de la capacidad de dar significado, creencias metafísicas, conexión social, empatía y cambio de conductas.

¿Qué resultados se obtienen?

> Pruebas a favor

· El principal estudio llevado a cabo con psilocibilina en una colaboración entre hospitales de todo el mundo con 250 pacientes logró unas tasas de respuesta, con dosis de 25 mg, del 37%. Esto significa que más de un tercio de los pacientes que acuden a la sesión con depresión grave resistente dejan de sufrir el trastorno.

· En el caso del MDMA, la tasa llega al 70% para casos de estrés postraumático de moderado a severo:

· "Los datos de estudios con MDMA en fase 3 (la última antes de la posible comercialización) ofrecen datos absolutamente contundentes para casos de estrés postraumático. Podemos tardar seis meses o un año, pero acabamos teniendo resultados, la mejora de los enfermos es evidente”, afirma Víctor Pérez, psiquiatra y director del Hospital del Mar.

· Hay evidencias de que estas sustancias también han funcionado contra la adicción al tabaco y el alcohol. Tanto en tasas de remisión como en mejoras de la motivación.

· “Herramientas como los psicodélicos nos permiten también ver cómo funciona la enfermedad: si una droga cambia un determinado marcador, vamos a entender la importancia del marcador en la enfermedad; utilizando sistemas de biología, neuropsicología, vamos a tener esta medicación preventiva y personalizada. Como comunidad científica tenemos que poner juntas las piezas de este puzle”, explica Rayyan Raja Zafar, investigador del  Imperial College de Londres, que es un centro de referencia mundial en estas investigaciones.

> Opiniones críticas

· José Carlos Bouso, investigador del ICEERS, sostiene que "no hay evidencia de que el psicodélico cure la depresión, y lo que explica los resultados es la relación médico-paciente, por lo que hay que actuar sobre la relación terapéutica, además los estudios existentes son bastante mediocres y no hay mucha diferencia entre el efecto de la psilocibina y el citalopram; es un fármaco más, en definitiva; hay que potenciar la relación médico-paciente y el uso compasivo del MDMA y la psilocibina en el proceso terapéutico de forma acordada”.

· "Los ensayos clínicos, incluso para MDMA, tienen muchas limitaciones que levantan preguntas importantes sobre si realmente el efecto es atribuible al fármaco o hay ciertos sesgos por el diseño de los estudios, con muestras muy pequeñas", opina Julián Urrutia, psiquiatra e investigador de la investigador de la Universidad de Yale (Estados Unidos).

> El testimonio

Pedro Payrá, que sufría una depresión severa durante ocho años, fue uno de los elegidos para las pruebas con psilocibina en el Hospital del Mar. Las siguientes imágenes muestran lo que percibió después de recibir una dosis de esta sustancia:

¿Está prevista su comercialización?

Australia es el primer país que ya ha comercializado en su red pública de salud el uso de la psilocibina para depresión mayor, pero con muchos controles. De tal forma que hoy solo siete psiquiatras lo están utilizando.

La Agencia del Medicamento de Estados Unidos (FDA) es probable que a mediados de agosto acepte la petición de una firma para comercializar psicodélicos. Existe cierto consenso político en el país, en especial por el grave problema de exsoldados con estrés postraumático.

Una reciente reunión clave en Ámsterdam de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) junto a investigadores, reguladores y científicos constató que la puerta se está abriendo hacia la comercialización futura, siempre que se avance en resultados de los ensayos clínicos.

Esta puerta abierta a la comercialización generará un debate a nivel mundial en los sistemas públicos de salud porque el coste de algunas de las dosis de estas sustancias administradas de forma médica supera los mil euros y las terapias completas pueden superar los 16.000 dólares (unos 15.000 euros) para cada tratamiento completo, según datos aportados en un congreso sobre patología dual en Mallorca. Significaría que un país como Francia debería dedicar el 40% de todo su presupuesto de salud a las terapias con MDMA.

Australia es el primer país que ya ha comercializado en su red pública de salud el uso de la psilocibina para depresión mayor, pero con muchos controles. De tal forma que hoy solo siete psiquiatras lo están utilizando.

La Agencia del Medicamento de Estados Unidos (FDA) es probable que a mediados de agosto acepte la petición de una firma para comercializar psicodélicos. Existe cierto consenso político en el país, en especial por el grave problema de exsoldados con estrés postraumático.

Una reciente reunión clave en Ámsterdam de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) junto a investigadores, reguladores y científicos constató que la puerta se está abriendo hacia la comercialización futura, siempre que se avance en resultados de los ensayos clínicos.

Esta puerta abierta a la comercialización generará un debate a nivel mundial en los sistemas públicos de salud porque el coste de algunas de las dosis de estas sustancias administradas de forma médica supera los mil euros y las terapias completas pueden superar los 16.000 dólares (unos 15.000 euros) para cada tratamiento completo, según datos aportados en un congreso sobre patología dual en Mallorca. Significaría que un país como Francia debería dedicar el 40% de todo su presupuesto de salud a las terapias con MDMA.

¿Cuáles son los riesgos de este tipo de terapias?

Estas sustancias provocan, cuando son administradas, una serie de alteraciones emocionales profundas no siempre placenteras. Los investigadores consideran que aunque parezca paradójico, si el ‘viaje’ con las drogas es duro, es un buen síntoma de recuperación, porque significa que han aparecido conflictos internos a desarrollar y deshacer posteriormente en terapia.

El principal riesgo, sin embargo, es que esta experiencia no provoque la superación del estrés postraumático o la depresión severa, porque muchos pacientes llegan a ella como último recurso. El riesgo de suicidio es evidente y así lo manifiestan los pacientes a los terapeutas.

Otro riesgo de estas terapias es el de generar una expectativa excesiva entre los pacientes y provocar que los que no entran en los ensayos clínicos acudan al mercado negro para lograr una dosis y consumir estas drogas sin control médico y desconociendo su grado de pureza.

También hay que atender a los pacientes a los que en los ensayos se suministra una dosis casi nula del psicodélico. Su reacción es de enojo evidente al constatar que no van a experimentar el ‘viaje’ que sí permiten las dosis completas de la sustancia inhalada o ingerida en pastillas.

Otro riesgo o interrogante es la respuesta a largo plazo. Los testimonios de pacientes que han participado en los ensayos muestran una remisión que dura meses (algo extraordinario en depresión severa) pero a partir de aproximadamente seis meses, se percibe un descenso del estado de ánimo y la necesidad de una segunda dosis.

¿Son estas las terapias del futuro?

Los datos son esperanzadores pero no concluyentes. Falta evaluar los efectos a medio y largo plazo.

Los más favorables al uso de estas sustancias aseguran sin dudarlo que estamos ante un cambio de paradigma y de ciclo que permitirá incluso prevenir las enfermedades mentales cuando se personalice la dosis necesaria para cada paciente.

Otros opinan que la clave es el trabajo posterior entre paciente y psicólogo para aprovechar las puertas íntimas que el psicodélico ha abierto y seguir con ese proceso.

“Debe ser algo muy bueno, estas sustancias, para que se haya preservado durante miles de años el esfuerzo de tanta gente, y tenemos mucho que aprender de la población indígena porque no tienen el método científico pero sí toda la experiencia empírica, debemos emprender un diálogo recíproco”, propone el investigador Raúl Iván Escamilla, del Instituto Nacional de Psiquiatría de México.

Un reportaje de EL PERIÓDICO

Textos:
Fidel Masreal
Diseño e infografías:
David Jiménez
Coordinación:
Rafa Julve y Ricard Gràcia