Un reportaje de Laura Estirado

Desde el pasado otoño hay una pregunta que flota en el aire en la industria de la moda: ¿dónde están las diseñadoras? La mecha de este debate prendió en septiembre cuando Sarah Burton dejó McQueen, tras 26 años en la marca. La diseñadora había tomado el relevo del fallecido Lee Alexander McQueen en 2010, tras ser su mano derecha ¡y su mano izquierda!, y hacer suya la sofisticada firma fetiche de Kate Middleton y una constelación de estrellas de Hollywood

En su puesto, el conglomerado del lujo Kering, propiedad del millonario François-Henri Pinault (el esposo de la actriz Salma Hayek), y al cual pertenece McQueen, y otras firmas como Gucci, Balenciaga, o Yves Saint Laurent, colocó al jovencísimo y desconocido modisto irlandés Seán McGirr. 

El portfolio de directores de Kering estaba trazado por igual. Como casi todos los directores creativos de las casas europeas, cortados con un mismo patrón: hombre, blanco y de unos 30 a 40 años.

Erial a los mandos

Actualmente, solo hay dos grandes directoras creativas al frente de las maisons más top: Maria Grazia Chiuri, en Dior,y Virginie Viard, en Chanel. Ambas siguen una línea continuista respecto a los códigos clásicos de sus respectivas casas, pero en el caso de Chiuri, no solo es la primera diseñadora que ha tenido Dior, sino que en su primera colección plantó el lema "We should all be feminists" ("Todos deberíamos ser feministas") en unas camisetas blancas. Y se hizo viral.

Todo un golpe de efecto en Dior, donde, además, se da otra rara circunstancia, ya que otra mujer, Delphine Arnault, es la que ostenta el cargo de directora ejecutiva. Cierto es que es la primogénita de Bernard Arnault, el presidente del conglomerado del lujo LVMH, así como el hombre más rico del mundo, pero también es verdad que es una mujer en la cúspide de una cúpula directiva (salvando las distancias, como Marta Ortega al frente en Inditex).

Como dice la periodista Leticia García en su libro Batallón de modistillas, "las mujeres fabrican, estudian, pero no dirigen -algo extrapolable lamentablemente a muchos sectores-, pero tampoco deciden qué se diseña en el sector de la moda, que vive gracias a ellas". Una paradoja que hunde sus raíces en la Revolución francesa (el auge del modelo burgués vistió a los hombres con funcionales trajes y a las mujeres, con artificiales perifollos) pero cuya onda expansiva llega hasta hoy, y hasta las aulas de las escuelas de diseño de moda, donde se trabaja para corregir estas cifras desviadas.

"Puerta de servicio"

"La moda es un gran ámbito creativo que nace abrigado de otro gran sector económico, el textil. Cuando aparece la mecanización y los sueldos, las mujeres entran en el sistema capitalista, pero por la puerta de servicio: mano de obra barata. Lo precario siempre ha estado en el ADN de la moda y las mujeres, y nunca se asoció la creatividad con el género femenino", asegura Charo Mora, historiadora y especialista en cultura de la moda. Además, añade, "siempre está el que hace y el que piensa o pilota, que es al que siempre se le ha dado más importancia. Aunque esto no es solo propio de la moda, sino un "problema sistémico".

Creadoras 'suplantadas'

Rose Bertin vs Charles Frederick Worth

Mientras los libros aseguran que el primer couturier (modista) de alta costura (haute couture) fue el británico Charles Frederick Worth, el primero que, desde mediados del siglo XIX, firmó sus diseños (al igual que hacían pintores o escritores) y pionero en lanzar nuevas colecciones, otros estudiosos hablan de que la primera diseñadora fue Rose Bertin, la modista y sombrerera de Maria Antonieta, y creadora del estilo propio del Antiguo Régimen en Francia. La llamaban la ministra de la moda antes de que naciera Worth, pero al final él se ha llevado el mérito.

Adèle Henriette Negrin vs Mariano Fortuny

A Mariano Fortuny y Madrazo (Granada, 1871-Venecia, 1949), el hijo del gran pintor Mariano Fortuny Marsal, se le conoce como el Da Vinci español, pues además de pintor también fue inventor, grabador, fotógrafo, empresario, escenógrafo y diseñador. Una de sus mayores creaciones fue la túnica plisada de inspiración grecorromana, el vestido Delphos. Sin embargo, varias investigaciones han demostrado que la autora del diseño "que permite un uso fácil y un ajuste cómodo" fue su mujer, la diseñadora Henriette Nigrin.

Thea Porter vs Yves Saint Laurent

Thea Porter (1927 – 2000) fue la diseñadora británica que en los 60 creó el boho chic. Tras divorciarse del diplomático Robert Porter, con el que había vivido en Jerusalén, Líbano y Beirut, empezó a vender en pleno Soho su fondo de armario: caftanes, dashikis y pantalones bereberes. Porter ya tenía entre sus clientes a Pink Floyd, Mick Jagger, Liz Taylor, Barbra Streisand o la princesa Margarita cuando Yve Saint Laurent comenzó a sacar colecciones de inspiración norteafricana, a raíz de sus viajes a Marrakech con su socio y pareja, Pierre Bergé.

Maria Antonieta

Vestido Delphos

Caftán de Thea Porter

Creadoras 'suplantadas'

Rose Bertin vs Charles Frederick Worth

Mientras los libros aseguran que el primer couturier (modista) de alta costura (haute couture) fue el británico Charles Frederick Worth, el primero que, desde mediados del siglo XIX, firmó sus diseños (al igual que hacían pintores o escritores) y pionero en lanzar nuevas colecciones, otros estudiosos hablan de que la primera diseñadora fue Rose Bertin, la modista y sombrerera de Maria Antonieta, y creadora del estilo propio del Antiguo Régimen en Francia. La llamaban la ministra de la moda antes de que naciera Worth, pero al final él se ha llevado el mérito.

Maria Antonieta

Adèle Henriette Negrin vs Mariano Fortuny

A Mariano Fortuny y Madrazo (Granada, 1871-Venecia, 1949), el hijo del gran pintor Mariano Fortuny Marsal, se le conoce como el Da Vinci español, pues además de pintor también fue inventor, grabador, fotógrafo, empresario, escenógrafo y diseñador. Una de sus mayores creaciones fue la túnica plisada de inspiración grecorromana, el vestido Delphos. Sin embargo, varias investigaciones han demostrado que la autora del diseño "que permite un uso fácil y un ajuste cómodo" fue su mujer, la diseñadora Henriette Nigrin.

Vestido Delphos

Thea Porter vs Yves Saint Laurent

Thea Porter (1927 – 2000) fue la diseñadora británica que en los 60 creó el boho chic. Tras divorciarse del diplomático Robert Porter, con el que había vivido en Jerusalén, Líbano y Beirut, empezó a vender en pleno Soho su fondo de armario: caftanes, dashikis y pantalones bereberes. Porter ya tenía entre sus clientes a Pink Floyd, Mick Jagger, Liz Taylor, Barbra Streisand o la princesa Margarita cuando Yve Saint Laurent comenzó a sacar colecciones de inspiración norteafricana, a raíz de sus viajes a Marrakech con su socio y pareja, Pierre Bergé.

Caftán de Thea Porter

También cree que el problema viene de lejos Josep Casamartina, historiador de arte y moda, y director de la colección de vestidos Fundació Antoni de Montpalau, que añade que "esta herencia de tantos siglos de patriarcado es una especie de inercia, consciente o inconsciente, que lleva a adorar al macho". E, insiste, ha calado tan hondo que "este culto del hombre frente a la mujer muchas veces es seguido por las propias clientas".

Sin embargo, "las aportaciones que han hecho las mujeres a la moda han sido infinitas. Pero a día de hoy en las cuatro o cinco grandes fashion weeks que hay en todo el mundo, la mayoría de nombres son masculinos", asegura Mora, que dice que se ha dedicado a contarlos. Tampoco duda en subrayar que "las que realmente fundaron el lenguaje de moda contemporáneo en el siglo XX fueron cuatro mujeres". A saber: el trío clave y coetáneo, formado por Gabrielle Coco Chanel [creadora del vestido utilitario que todavía perdura]; Madeleine Vionnet [por el corte al bies y entender que el movimiento en el cuerpo de la mujer no tiene que ser constreñido sino libre]; y Jeanne-Marie Lanvin [por el uso de la ornamentación y el bordado como algo totalmente nuevo], al que se unió luego Elsa Schiaparelli [y su idea revolucionaria y tan actual de que la ropa es un fin para crear un relato y una emoción].

Pero entonces llegó Christian Dior con su New Look en 1947 (cintura ceñida y metros y metros de falda), "en respuesta visual y estética a esa sociedad de posguerra que demandaba valores tradicionales como la vuelta de la feminidad más clásica, tras años en los que ellas se vieron forzadas a la actividad laboral por falta de mano de obra masculina", escribe García. 

Guerra Chanel-Dior

"Chanel no podía con él, porque consideraba que veníamos de una época de liberación [pantalones y jerséis de punto para trabajar, conducir o montar en bici] y de golpe sacar el New Look era encorsetarse otra vez. Hubo hasta manifestaciones en EEUU de mujeres feministas cuando Dior viajó allí", relata Estel Vilaseca, responsable del área de Moda de la escuela LCI Barcelona. Aunque Mora matiza: "Dior no les puso una pistola en la cabeza a las mujeres para que se vistieran del New Look, ellas estaban encantadas".

Desde los años 40 del siglo XX, los grandes nombres de la moda pasaron a ser masculinos, y "la mayoría gays", como recalca Casamartina. Además de Dior, Cristóbal Balenciaga, Yves Saint Laurent, Hubert de Givenchy y Pierre Cardin. "Ellos ideaban y las petit mains ejecutaban, encumbrando con su talento sus diseños", subraya García. Y aunque la alta costura se extinguiera entre los 60 y 70, en las casas de moda sigue imperando la querencia de los hombres al frente de las direcciones creativas.

En todo este tiempo, sin embargo, mujeres como Miuccia Prada, que reivindicó lo austero con un punto feísta, Vivienne Westwood, que revisó los cánones en clave punk, o Jil Sander, la reina del minimalismo, también triunfaron, si bien orbitando alrededor de los grandes grupos.

Para Vilaseca, esta falta de mujeres en los altos cargos tiene una explicación muy clara: "Los grandes grupos tienen miedo a la maternidad. Realmente es difícil entender por qué ellos son más conocidos, porque hay mujeres super talentosas que tienen marca y de hecho por eso hubo tanta polémica con ese nombramiento en McQueen, porque había un montón de mujeres disponibles para asumir esa dirección".

Una vez más eso no pasó. "Es decepcionante y triste", suscribe Miren Arzalluz, directora del Palais Galliera, el Museo de la Moda de París. A juicio de la mayor experta en Balenciaga, "mujeres en la moda hay muchísimas, pero los nombramientos en las direcciones se suceden con un hombre, otro hombre y otro hombre... Se sigue reproduciendo la idea de que las mujeres, sí, para la costura y tal, pero la creación, el genio, se le adjudica a un hombre".

"A lo mejor -insiste Vilaseca-, los que toman las decisiones son hombres y de manera inconsciente escogen a hombres, o quizá piensan que una mujer no sabe mandar". Desde su experiencia en el centro LCI Barcelona opina que "a las mujeres, en general, todavía nos cuesta vernos en roles directivos y solemos estar más cómodas en los intermedios". Es algo que ella misma también observa en las clases de la escuela.

Philo, 'la esperanza'

Sin embargo, Vilaseca señala que "empieza a abrirse una nueva vía femenina en esta industria". Y el más claro ejemplo es la diseñadora británica Phoebe Philo, a la que llaman la esperanza de la moda, porque dejó sus altos cargos en casas de lujo para lanzar su marca con sus propios valores y ritmos, con un liderazgo diferente y con una visión muy femenina. Y como Philo, otras diseñadoras se han unido a esta ola.

Al margen de los conglomerados de la moda, con su apretada agenda de presentaciones internacionales y sus estructuras mastodónticas, un nuevo club de mujeres está triunfando. Es un ecosistema de marcas nicho, más pequeñas pero que conectan mejor con la gente y los valores de este milenio. Comunicación honesta, sin género, sostenibilidad, slow fashion, y una apuesta clara por la flexibilidad.

Silueta ¿sexualizada?

A pesar de tal cantera femme, Charo Mora explica que "en la elaboración de los estereotipos estéticos, esa construcción de lo que ha de ser una mujer (pecho, cintura, cadera), estaba, y aún está, en manos de hombres". El debate sobre la sexualización de la mujer al que han contribuido ciertos diseñadores como Thierry Mugler, y sus diseños para mujeres-insectos, de cinturas imposibles y pechos-fuera, sigue ahí, sobre todo para la gente más mayor, que los ven "obscenos y cosificadores". Sin embargo, "a las chicas centennials, esa estética ultrasexi les hace sentir empoderadas", concluye Vilaseca.

"En la historia los cambios son lentos. En 124 años no se puede pretender cambiar de un plumazo la inercia de 5.000 años de patriarcado, pero estamos en ello", zanja Charo Mora.

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Textos:
Laura Estirado
Diseño:
Andrea Hermida-Carro
Imágenes:
Manu Mitru y
Laly Chavarry (edición de vídeo)
Coordinación:
Rafa Julve