Rocío Carrasco también tiene para Olga Moreno: de mala madre, ¡nada!

Rocío Carrasco, en la calle
Rocío Carrasco, en la calle / Cristobal Dueñas

En toda la historia de la agresión de Rocío Flores a su madre, Rocío Carrasco, también entra otra persona en escena: Olga Moreno, actual pareja de Antonio David Flores. "Esa que ahora va de madre coraje y dice que no atiendo a los niños, miente", decía antes de explicar todo.

Rocío Carrasco cuenta que cada vez que sus hijos volvían a casa después de pasar quince días con su padre y Olga ella temblaba: "Me daban ataques de pánico, de angustia…". Y todo tenía una explicación.

La hija de Rocío Jurado cuenta cómo un día la niña llegó con muchos collares de cuero atados en el cuello y ella le pidió que se los quitase por miedo a que pasase algo mientras jugaba. Rocío Flores, aunque a regañadientes, accedió pero cuando quince días después volvió con los mismos collares le dijo: "Lo primero que me dijo es 'me ha dicho Olga que qué mala madre eres, que no me dejas ponerme collares".

Además, Rocío Flores siempre quería vestirse con ropa que no era acorde a su edad, su madre no le dejaba sin embargo, su padre y Olga sí. "Me decía me lo ha comprado Olga. Es una situación en la que ves que por mucho que luches llevas las de perder", explica Rociíto.

Pero la cosa era mucho más grave porque según Rocío Carrasco, la pareja llegó a decir a su hija que su hermano estaba enfermo porque ella no se había cuidado durante el embarazo. "Ya le habían dicho que estaba enfermo por mi culpa, porque yo bebía y fumaba durante el embarazo ¿Cómo se puede vivir ante eso? Partiéndote el alma en dos".

"Era como Jekyll y Mister Hyde, era una belleza rubia con ojos azules y maravillosos y de repente esa cara de ángel se transformaba en un demonio", cuenta sobre su hija Rocío Flores.

Durante la entrevista, a Rocío Carrasco le preguntan si Olga Moreno se portaba bien con sus hijos y ella responde tajante que: "Si me hablas de cuidados a en cuanto a ser amable con ellos, a llevarlos a sitios, a tratarlos bien, sí que Olga los ha cuidado bien. Si me hablas de cuidados físicos te iba a decir que sí, pero tengo que decir que no" y añadía: "Me he dedicado seis años de mi vida a cazar piojos. Eso no era quitar piojos: era cazar. De mi casa se iban los niños como dos pinceles, cuando volvían a los 15 días tenía que irme de caza otra vez".

Además, relata que durante el ingreso de su hijo en Málaga por una neumonía, vio como allí todos tenían piojos. "Ese episodio de la neumonía que ella cuenta, después de haberla visto metido en la cama de mi hijo. Me quedé pensando y cuando llego al día siguiente le acaricio la cabeza al niño y vi que tenía piojos y le digo a ella: 'Mira, no sé si te has dado cuenta, pero tenemos huéspedes'. Y ella me dice: 'Venga, mujer, qué estás diciendo' y en la almohada había tres corriendo. Tuvimos que hacer una operación caza en la habitación de un hospital".

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