Para proteger su carrera

Para acostarse con esta exestrella Disney hay que firmar un acuerdo de confidencialidad

La actriz les hacía firmar un documento a todas las personas con las que intimaba.

Raven-Symoné
Raven-Symoné / Bang Showbiz

Disney exige a sus estrellas que mantengan una imagen pública impoluta. De hecho, ha roto su relación muchas con actores y cantantes cuando comenzaron a salir a la luz detalles de sus noches de fiesta. Miley Cyrus, por ejemplo, perdió un papel en la franquicia 'Hotel Transylvania' debido a unas fotos en las que aparecía comiendo una tarta en forma de pene que le había regalado a su entonces novio Liam Hemsworth por su cumpleaños.

Raven-Symoné, que saltó a la fama con 'The Cheetah Girls', era muy consciente de que su éxito profesional dependía en gran parte de que supiera evitar escándalos relacionados con el consumo de alcohol o el sexo, pero tampoco quería renunciar a disfrutar de sus años de juventud. La solución que encontró puede parecer impersonal o incluso extrema, aunque no se arrepiente lo más mínimo.

"En todas mis relaciones, sobre todo, cuando empezaba a salir con alguien, tenía que pedir que la otra persona firmara un acuerdo de confidencialidad. Me llevó un tiempo entenderlo porque es muy impersonal, pero alguien en nuestra posición tiene que hacerlo", ha desvelado en el podcast 'Howie Mandel Does Stuff'.

La clave para que sus potenciales parejas románticas accedieran a firmar era planteárselo en el momento oportuno, es decir, justo antes de que la situación se volviera apta solo para mayores de 18 años. "Bienvenido a ser una celebridad en Hollywood hoy en día", ha bromeado.

Esta condición que imponía a todas las personas que querían intimar con ella demostró ser tan útil que la mantuvo a lo largo de su vida adulta. Incluso su esposa Miranda Pearman-Maday, con quien se casó en 2020, tuvo que firmar ese mismo documento a los dos meses de que comenzaran su relación.

La actriz era reacia a pedírselo porque sentía que por fin había encontrado a la mujer de su vida, pero, por otra parte, su madre no paraba de recordarle que debía proteger su intimidad. Al final, se atrevió a dar el paso mientras cenaban en un restaurante francés de Nueva York, y, aunque al principio Miranda no entendía por qué no confiaba en ella, acabó firmando.

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