En Los Ángeles, el amor se mide en millas

O kilómetros, lo mismo me da. 

Carmen Raya en el cartel de Hollywood
Carmen Raya en el cartel de Hollywood / Carmen Raya

En qué parte de la ciudad vivo es la primera pregunta que me hacen mis pretendientes(sí, me creo tronista de 'Mujeres y Hombres y Viceversa') con los que hago 'match' (bilingüismo) en cada una de las 'dating apps' (doble bilingüismo) que habitan en mi móvil (tres, nadie podrá decir que no lo estoy intentando). Algo que me sorprendió y que pensé que sería una torpe estrategia para conocer mi nivel socioeconómico (pobre como una rata, ya os lo digo).

Pero no, amigos, resulta que te lo preguntan porque en Los Ángeles, incluso viviendo en la misma ciudad, puede ser que tardes en llegar del centro (que está en una punta) a Santa Mónica (que está en la otra) fácilmente una hora y media en coche (si el tráfico no es horrible, que siempre lo es).

Porque esa maravillosa primera escena musical de 'La La Land', que a todo el mundo le encanta, es real como la vida misma. Aunque sin gente bailando y cantando en medio de la autopista, por si cabía alguna duda.

Así pues, y tras intercambiar localizaciones, llega la pregunta del millón: "¿Dónde quedamos?". Y aquí es donde empiezan unas negociaciones que ni las del Brexit, oye. "¿Quieres quedar en tu zona de la ciudad, en medio o en mi área?", es la siguiente cuestión a la que nos enfrentamos mi futuro posible marido (siempre positiva, nunca negativa) y yo en lo que a todas luces parece una conversación entre traficantes confirmando un punto seguro de entrega de un valioso cargamento de droga. Vaya, que nos falta decirnos eso de "y vigila que no te siga nadie".

Una disyuntiva a la que siempre contesto tras consultar Google Maps(a tope de romanticismo) y calcular cuánto será la tarifa del Uber o Lyft que me tocará coger ('spoiler': debo ser la única persona sin coche de Los Ángeles) para encontrarme a alguien que solo 'conozco' digitalmente (bienvenidos al amor en el siglo XXI). Una cantidad que tengo que multiplicar por dos porque hasta que no inventen el teletransporte, mi 'culete' no llegará solo hasta casa después de nuestro primer encuentro.

De ahí que organizar una 'first date' (saludito por aquí a Carlos Sobera) en Los Ángeles se parezca mucho a enfrentarse a un problema matemático cuya fórmula es la siguiente: millas recorridas x dólar por milla recorrida x cuánto crees que el chico en cuestión se parecerá a sus fotografías.

Lo sé, Winona, parece complicado, pero te voy a poner un ejemplo para que lo entiendas. Si me voy a gastar 60 dólares (ida y vuelta) en cruzarme media ciudad para pagar una cerveza que me costará 18 dólares (sin contar la propina) y no estoy totalmente segura de si el chico me parece 'mono', no me mueve ni una grúa de mi casa. Y no es porque no quiera, es que no hay bolsillo que pueda permitirse el conocer a gente a ese ritmo monetario.

Que sí Mari(lyn), que todo bien, pero sin dinero (o con un presupuesto ajustado) y en Los Ángeles, imposible enamorarse por mucho que yo quiera ser Julia Roberts en 'Pretty Woman'. Por lo de que quería "el cuento de hadas", no por lo de ser prostituta, todos tranquilos.

Porque desgraciadamente, si sigo intentando encontrar el amor (o un poco de 'salseo') en esta gigante y extensa ciudad, mucho me temo que acabaré más bien como Julia, pero en Erin Brokovich.

Deseadme suerte o enviadme dinero. Lo que os dé más rabia.

Síguele la pista

  • Lo último