No, en Los Ángeles no se liga en los supermercados

Otra mentira del séptimo arte norteamericano.

Anne Hathaway en una escena de la serie Modern Love
Anne Hathaway en una escena de la serie Modern Love / Amazon

Es un clásico de las películas de Hollywood.

Opción 1: Chica se inclina para alcanzar una lata de sopa con la cara de Paul Newman en ella (existe y está bastante rica, todo sea dicho de paso), al mismo tiempo que chico intenta coger el mismo bote en ese preciso momento. Sus manos se rozan, sus miradas se cruzan y ya tenemos hora y media de comedia romántica que termina en boda tras algún que otro divertido malentendido por el camino.

Opción 2: Chica sale del supermercado con dos bolsas gigantes de papel sin asas que maneja de manera tan torpe como la protagonista de 'Dirty Dancing' en aquella mítica escena en la que trata de transportar una sandía intentando no parecer idiota. Nada más poner un pie en el parking (porque en esta ciudad todas las salidas conducen, nunca mejor dicho, a un aparcamiento), las bolsas se rompen, todos los productos comienzan a rodar por el suelo y un chico aparece al rescate de esa naranja que se acerca peligrosamente a la rueda del coche que, ¡oh sorpresa!, podría terminar atropellando a la que al final de la película se convertirá en su mujer.

THE END.

¿Bonito? Puede, pero tan irreal como que Brad Pitt y Jennifer Aniston vuelvan a ser pareja en algún momento de esta vida. Siento desmontar este mito, pero los supermercados en Los Ángeles (y en lo que viene siendo Estados Unidos en general) son como los de España: lo único que te puede pasar es que te acabes peleando con esa señora que te pide que le dejes pasar porque solo lleva "una cosita de nada" (aunque en cuanto le dices que adelante, la muy 'pilla' comienza a sacar 125.648 productos de esa cesta con doble fondo que le debe haber pedido prestada a Mary Poppins).

Además, cuidadito con fantasear con esas bolsas de papel de supermercado norteamericano sin asas (motivo por el cual tienes que transportarlas como si fuesen bebés) porque no se rompen ni queriendo. He llegado a meter dos quilos de naranjas y cuatro aguacates en una sola de ellas y ni una mísera fisura. "¿Cómo es que a nadie se le ha ocurrido utilizar el material del que están hechas para fabricar medias?", pregunto.

Lo que también es un mito es que la chica, que comparte apartamento y tiene cuatro trabajos para poder pagar el alquiler, sea capaz de llenar sus bolsas de la compra con verduras, frutas y todo tipo de productos sanísimos que cuestan una auténtica fortuna. Lo más cercano a la realidad es que su comprase pareciese más a la de los concursantes de 'Gran Hermano' cuando perdían la prueba semanal: huevos, pasta, arroz y, con suerte, yogures. Y ahí, queridos, está también la clave de por qué la opción 2 es totalmente surrealista. Un huevo que se cae al suelo es un huevo roto, imposible de recoger, y la pasta, el arroz y los yogures no ruedan. Fin de la discusión.

Y en cuanto a la primera opción, pues deciros que hay una cosa que se llama espacio personal y aquí, amigos, en una ciudad donde lo de darse dos besos con gente que te acabas de conocer está más cerca del acoso sexual que de un gesto de cortesía, si alguien intenta coger el mismo bote que tú de una estantería con 350 más, puede que termines en comisaría con las esposas puestas. Y no, no te las va a poner Christian Grey. Lo siento.

¿Moraleja? Aquí, y en Parla, al supermercado se va a comprar, no os hagáis ilusiones.

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