Poco se habla de los 'California Boys' (y bueno, FANTASÍA)

Me llevo dos, gracias.

Carmen Raya con bocadillo Cuore en Los Angeles
Carmen Raya con bocadillo Cuore en Los Angeles / INSTAGRAM

No me andaré por las ramas. Llegué a Los Ángeles con tres objetivos muy claros en mi maleta cargada de sueños, tabaco (aunque esta ciudad me obligó a dejarlo) y medicamentos (el de aduanas se debió pensar que era de Médicos Sin Fronteras). Dichas metas eran las siguientes (lo que me gusta a mí escribir como si estuviese redactando el BOE, oye):

1. Hablar inglés como el que vuelve de estar dos semanas en Londres y te dice que no le funciona el 'guaifai' (wifi) en vez de 'güifi'. Llevo viviendo aquí un año y medio y sigo diciendo 'güifi' cuando hablo español (y casi se me escapa hablando inglés).

2. Convertirme en una 'California girl', como decía Katy Perry en su mítica canción, y ser una mezcla entre un ángel de Victoria's Secret, una 'Vigilante de la Playa' y Gwyneth Paltrow. ¿Por qué Gwyneth? Pues porque aprendió español cuando iba de intercambio a Castilla La-Macha (soy de Albacete) y la tierra une, qué queréis que os diga.

Sin embargo, y en lo que concierne a este segundo punto, solo puedo decir que habré engordado unos cinco kilos desde que llegué a EE.UU, que lo único sano y verde que entra en mi boca es el Listerine (un patrocinio por aquí para una influencer en prácticas) y que solo comparto con Gwyneth su pasión por inventarse palabras. Ella creó el 'conscious uncoupling' para no decir que se divorciaba y yo me refiero al confinamiento como 'coronaretiro'. Aunque también tenemos nuestras diferencias, ¿eh? Yo, al contrario que ella, jamás me he 'vaporizado la vagina'.

Pero que todo bien, Gwyneth.

Y 3, pero no por ello menos importante, encontrar el amor en territorio norteamericano con el único y sincero propósito (¿quién dijo 'green card'?) de poder aparecer en 'Manchegos por el mundo' y 'Españoles por el mundo' (iré a los dos, obvio) y poder decir eso de "pues yo me quedé por amor", mientras abro las puertas de la mansión en la que vivo en Beverly Hills junto a mi marido, al que conocí a través de unos amigos en común.

Lo que traducido tras haber pasado por el polígrafo de Conchita (y por el quirófano, porque para pillar a un millonario aquí ya os digo que el 'manchega style' no lo peta) sería"pues yo me quedé por amor al dinero y a mi marido lo conocí en Tinder".

Gracias chato. El caso, que tras año y medio, mi inglés sigue siendo nivel intermedio tirando a bajo (y con sexo de por medio ni os cuento), mi cuerpo da para ser modelo de manos (y ni eso) y en cuanto al amor.... además de darme cuenta de que en esta ciudad se mide en kilómetros, es la primera vez en mi vida que creo firmemente que no soy yo, son ellos. Porque para seguir su ritmo y llamar su atención, 'complicadete'.

Amigos, amigas, queridos todos, los 'California boys' son de otro planeta en todos los sentidos posibles. Y no, no exagero lo más mínimo, pero es que este tipo de hombre, el californiano, debería ser patrimonio de la humanidad (para bien y para mal).

Y aprovechando que el río de Los Ángeles pasa por Hollywood, os voy a detallar la 'Radiografía de un californiano' (que bien podría ser el título de una película de Multicine de Antena3 (mi preferido) y de paso entenderéis porque jamás podré estar con uno (una pena, para ellos), aunque me parecen fantasía de la buena.

- Tiene un cuerpo que te hace creer que sí existe vida en otro planeta (del que viene él, claramente)

El californiano ejercita su cuerpo religiosamente como el que va a misa los domingos (y yo dejé de ir hace mucho tiempo). Sin embargo, lo hace de forma elegante (por detrás y por delante). Porque a ver, queridos, que en España nos hayamos acostumbrado a ver a estos hormonados de la vida en 'Mujeres y Hombres y Viceversa' (un besi a todos de mi parte) que tiran de batidos de proteínas no significa que no se pueda hacer deporte sin querer que te estallen las arterias.

He visto a californianos subir y bajar pesas con tanta elegancia como la reina Isabel II saludando desde el balcón de palacio. Qué delicadeza., qué mimo, qué FANTASÍA.

Y sí, sé que escribo estas palabras desde el Estado que fue gobernado por este señor:

Sin embargo, he de decir que yo no sé qué tipos de ejercicios hacen aquí mis 'amiguis' que realmente consiguen estar 'en su punto'. Ni mucho ni poco. ¿Sabéis cuando el bizcocho (ahora que estáis todos de lo más cocinitas con la 'coronavida') te queda esponjoso a la vez que hecho? Pues así es el cuerpo de un californiano.

El mío, por otra parte, es más como el de una magdalena. Y claro, aquí se produce un choque cultural de cuerpos que hace que nuestro amor sea imposible. Pero estoy bien, todos tranquilos.

- Hay más verde en su dieta que en la de una cabra montesa

El 'calfornia boy' se pide una ensalada aliñada con semillas de lino y un té macha cuando come fuera y mira, yo por ahí sí que no paso. Prefiero un novio sin abdominales que sin dignidad gastronómica. Además, me niego a volver a enfrentarme a lo que yo llamo 'discriminación culinaria basada en el género'.

Situación. Chica y chico en un bar (lloro mientras escribo esto porque la 'coronavida' nos los ha robado). Chica se pide una cerveza. Chico un refresco. Llega el camarero y le sirve la cerveza a él y el refresco a ella. Ajá.

Pues lo mismo me pasó a mí el día que salí con un semi 'California boy' (tenía un 85% de pureza, aunque también tuve otra cita con un pura sangre) y él se pidió una ensalada y yo una hamburguesa. ¿A quién le sirvieron la ensalada?

Sí, porque en este país la consumición de hamburguesas, alitas y cerveza en público parece reservada al macho cabrio nortermanericano (hablando de cabras...).

- Es eco-friendly (como los electrodomésticos)

En el país de la 'fritanga' (God save American infartos'), el 'california boy' no solo come verde, sino que ese verde tiene que ser orgánico y sostenible. Que yo siempre he pensado que será sostenible a largo plazo con el medio ambiente, pero insostenible al corto en lo que se refiere a tu organismo si no quieres acabar en el hospital con una bajada de azúcar y una anemia de caballo.

Anyway, (de todas maneras, bilingüismo), es irritante lo mucho que se echan las manos a la cabeza cuando en un bar (minuto de silencio) o en un supermercado no pueden saciar su deseo de pedir ese zumo de piña australiana con 0% de sabor y de gracia y se ponen en modo Greta Thungberg.

- Dispone de una flota de transporte personal que ríete tú de Batman

Bicicleta de paseo, bicicleta de montaña, patinete, monopatín, patines en línea, 'segway', coche y moto (ambas eléctricas, cómo no) y tabla de surf. Bueno, con esta última no se desplaza de un sitio a otro, pero casi. Ocho métodos de transporte (sin contar la tabla) para una sola persona. Eco-friendly sí, caprichoso también.

- Le brilla el pelo como a un príncipe Disney

Poca broma con esto. Entre la genética, los rayos de sol que NO siempre brillan en California (ya demontaré este mito) y la sal del mar (esto último no afecta, pero me ha parecido cuqui escribirlo), el pelo de un 'California boy' es, y no miento, tal que así:

Pero sin duda, la característica que más me saca de quicio es que...

- Son majos (Al César, y me refiero a la ensalada, lo que es del César)

¿Por qué? ¿Por qué tienen que ser agradables teniéndolo ya todo físicamente? ¿Qué he hecho yo para merecer tal castigo? Porque podré meterme con ellos, pero en el fondo lo hago porque lo que tienen de intensos lo tienen de simpáticos. Lo 'mazao' no quita lo cortés (un beso desde aquí, Joaquín), ahí lo dejo.

Pero bueno, no sufráis por mí porque ya sabéis (y si no lo sabéis es que no estáis siguiendo mis aventuras en Los Ángeles,mal) que he estado viéndome con un famoso durante esta cuarentena. Sí, soy la Alexia Rivas angelina, denunciadme.

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