Cuatro frases que me rompieron el corazón (y por las que pediría una orden de alejamiento contra Cupido)

Y a los que me las dijeron, claro está.

Carmen Raya con bocadillo de Cupido con acento bueno
Carmen Raya con bocadillo de Cupido con acento bueno / INSTAGRAM

Quedan cuatro días para que el mundo (y por mundo me refiero a Instagram) se llene de bombones, flores y declaraciones de amor eternas de parejas que parecen haberse puesto hasta arriba de algodón de azúcar y lágrimas de unicornio. Y sí, no os mentiré. Quedan cuatro días para que yo me dé a la bebida (alcohólica, claro está) intentando olvidar la celebración de un día que, atención lectores porque esto solo lo diré una vez, he pasado sola durante toda mi vida: ¡San Valentín!

[Te entiendo, querido, te entiendo].

Lo sé, podéis ir a beber un poco de agua (o algo más fuerte, estamos en pandemia, la vida es riesgo) para asimilar la noticia. Una soledad que en parte ha sido elegida y en parte ha sido motivada por una serie de catastróficas relaciones que han ido dejando en mí una pequeña gran huella emocional de la que es bastante difícil desprenderse. Llamad a mi psicóloga si queréis, que ella lleva cinco años soportando mis sonrisas y mis lágrimas respecto a mis amoríos (siempre me ha encantado esta palabra).

[Otra a la que entiendo perfectamente].

Así pues, y con la inminente celebración de un día destinado a la exaltación del amor, romántico, hoy quiero romper una lanza en favor de todos aquellos a los que el muy jod*o nos esquiva. Aunque las que no pasan de largo son las flechas de Cupido quien debe guardar un arsenal defectuoso de las que los solteros somos sus principales objetivos.

Enamorados y enamoradas, fieles e infieles, románticos y no románticos, solteros, solteras, niños y niñas, hoy comparto con vosotros las cuatro frases que han marcado mi vida amorosa y por las que Cupido debería pagarme una indemnización por daños y prejuicios. Ah, y como siempre os contaré cómo, dónde, cuándo y le daré un toque divertido. Si es que en el desamor está el verdadero humor, las relaciones estables no dan para chiste. Es lo que hay.

1. "No es que no me gustes, es que no quiero pasar el resto de mi vida contigo"

Sin duda la mejor frase con la que puedes dejarlo con una persona. El chico es cuestión me dijo esto en un restaurante repletito de gente y justo después de decirme que no quería continuar viéndome (llevábamos como cuatro meses) porque sabía que había una pared esperándonos. Para que luego digan que no se pueden poner muros al amor. Pues este me lo puso y de hormigón.

Como podéis imaginaros, yo hice lo que toda mujer de 26 años podía hacer. Dar un sorbo a mi vaso de vino blanco y derramar una lágrima con toda la vergüenza del mundo intentando mantener la compostura. A veces me pregunto si ese chico pensó que esa frase me consolaría. Y lo peor de todo es que creo que sí lo creyó. Entiendo que en el amor hay gente con la que creemos conectar, pero es una conexión que tiene fecha de caducidad y puede leerse claramente como si del envase de un yogur se tratase.

Sin embargo, desde aquí os insto a que no le digáis esto a nadie. Queda feo. Eso sí, mientras yo intentaba recuperar el aliento y me secaba las lágrimas que era incapaz de controlar dentro del restaurante, mi acompañante se levantó, pagó la cuenta (un detalle) y en menos que canta un gallo salí por la puerta y puse pies en polvorosa a mi apartamento para hacer esto:

Lo mejor de todo es que antes de la cena habíamos ido al cine a ver una película llamada Blue Valentine (os la recomiendo) que narra cómo se va desgastando el amor entre una pareja formada por Ryan Gosling y Michelle Williams. Lo que no sabía yo es que esa misma noche acabaría siendo la protagonista de dicha película. Brillante.

De hecho, y perdonad que ya paso a la segunda frase, el chico me dijo que no quería que nos pasase lo mismo que a los de la cinta. En serio, he dado con cada hombre que es para ponerme un monumento.

2. "Te quiero, pero quiero vivir la experiencia al completo de vivir en el extranjero"

Corría el año 2012 cuando me enganché como una idiota (siempre digo que creo que no he estado nunca enamorada, pero vete tú a saber) a un ingeniero industrial madrileño que a los seis meses de relación me dijo por primera vez que me quería para comunicarme segundos después que le habían ofrecido un trabajo en Alemania.

Y no, ni quiso que me fuese con él ni quiso seguir a distancia. Lo mejor de todo es que, en su rechazo, me dejó bien claro que pretendía vivir "la experiencia al completo", Vaya, lo que viene siendo probar producto alemán. Y eh, ojito que yo esto lo entiendo, pero ¿de verdad hace falta decirlo en voz alta?

[Y si lo dice Asno que viene de 'muy muy lejano' es que tengo razón].

3. "Quiero estar contigo, pero solo cuando yo quiera"

La medalla de bronce se la lleva un chico ocho años menor que yo que consiguió hacerme la trece catorce como ningún otro. Yo que me creía Madonna, este pequeño hijo del diablo consiguió liarme de tal manera que cuando me quise dar cuenta me tenía comiendo de su mano. Eso sí, cuando le puse las cartas sobre la mesa, lo que tenía de joven lo tenía de sincero. Es cierto que la frase se las trae pero cuando alguien te dice algo así te lo pone en bandeja para mandarlo a donde todos ya sabéis.

Eso sí, tan honesto fue que me dijo que entendía perfectamente que eso no funcionase para mí. Y no, no lo hizo. Eso sí, fue dejarlo y a los dos meses conoció una chica con la que lleva ya cinco años de feliz relación. Ah, es que no os he contado que soy la perfecta mujer puente dado que la mayoría de hombres con los que he estado encontraron a sus parejas actuales justo al dejarme a mí. De nada, majetes.

Y la que sin duda es la peor, pero la peor frase que me han dicho nunca y quizá la más dolorosa:

4. "Te juro que yo no soy así, pero es que contigo no sé qué me pasa que me sale ser un hijo de p*ta"

Poca broma. Esto me lo dijo un chico que aseguraba beber los vientos por mí pero que de la noche a la mañana me hizo 'ghosting', desaparecía para luego aparecer debajo de mi casa llorando y pidiéndome perdón, para luego desaparecer de nuevo, para luego decirme que íbamos muy deprisa, para luego decir que despacio.... Y bueno, cuando ya no tuve más remedio que mandarlo a paseo, resulta que le salió esta maravilla de frase. Que claro, te crea la duda de si serás tú la que le incite a él a portarse así. Menos mal que, por suerte para mí, nunca más volvió a dar señales de vida.

En fin, que a todos aquellos que celebráis el amor, os deseo lo mejor. Pero a todos los que como yo, habéis vivido más el desamor, qué deciros, que no hay desamor que el alcohol no cure. Yo es que en lo del tiempo no creo. ¡Feliz (o no) San Valentín!

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