Primer trimestre
Hablamos con el Dr. Carlos Alonso Mayo, especialista en Ginecología y Obstetricia del Hospital Quirónsalud San José
El tercer trimestre del embarazo es uno de los más importantes. En él se produce la maduración final de multitud de órganos y sistemas fetales.
Este tercer trimestre comienza en torno a semana 26-28 de embarazo, y se mantiene hasta el parto, el cual se produce en torno a la semana 40.
Si se prolonga más allá, se considera un embarazo postérmino, en el que son precisos unos controles adicionales para garantizar el bienestar fetal intrauterino.
Existen diferentes momentos de importancia en este tercer trimestre.
El primero, en torno a semana 28, en el que se recomienda la vacunación frente a la tos ferina, para lograr la inmunización fetal intraútero a través de mecanismos de inmunidad pasiva. En esta misma fecha, siempre y cuando la madre sea rH negativo, se recomienda la utilización de gammaglobulina anti-D para la prevención de la enfermedad hemolítica autoinmune.
En torno a la semana 34-36, se realiza la ecografía del tercer trimestre, una prueba específica que permite revisar la anatomía fetal y estimar si el crecimiento está siendo el esperado o si tenemos que establecer medidas de vigilancia especial, tanto por exceso como por defecto.
En estas semanas también se realiza el cribado del Streptococo Agalactiae del Grupo B, principal agente causante de infecciones perinatales en el parto, y la analítica del tercer trimestre para valorar el estado de la gestante antes del parto.
Por último, a partir de semana 37-38, se recomienda comenzar con la monitorización fetal anteparto para control de bienestar fetal, con periodicidad semanal.
Si el embarazo se prolonga más allá de semana 40, es necesario comprobar el líquido amniótico así como otros criterios de bienestar fetal intrauterino con mayor frecuencia.
El tercer trimestre del embarazo, suele ser un periodo de gran confort y bienestar para la mujer gestante, sobre todo al inicio del mismo.
Una vez alcanzada la semana 34, empieza a aumentar de forma exponencial el tamaño del abdomen materno debido al aumento de peso fetal en estas últimas semanas, así como de líquido amniótico. Es normal comenzar a sentir cómo el útero aumenta su dureza, incluso apareciendo contracciones.
Debido al aumento de volumen en el abdomen materno, es frecuente que aparezcan problemas mecánicos de tipo lumbalgias o ciatalgias que dificulten el poder caminar.
De igual forma, es muy habitual encontrar edema (retención de líquido) en muñecas y tobillos.
Para el bebé, lo más importante es que se encuentre en unos percentiles de crecimiento normales. Si detectamos un crecimiento escaso (feto pequeño para edad gestacional o con crecimiento intrauterino restringido) o un exceso del mismo (macrosomía fetal), se suelen tomar medidas para el control del mismo que pueden llegar incluso a la finalización del embarazo mediante inducción del mismo si así lo requiere.
Es importante mantener un buen estado de salud, con una buena hidratación y nutrición, que garantice el mejor estado metabólico para nuestro bebé.
Así mismo, el ejercicio físico ayudará a disminuir los posibles problemas mecánicos que puedan aparecer.
Coge especial relevancia el sueño; cada vez es más difícil tener un sueño reparador sin interrupciones en el mismo, por lo que conseguir dormir al menos ocho horas al día, cobra especial relevancia.
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