Artículos

¿Sabrías reconocer un ictus?

Actuar a tiempo salva vidas y, además, es clave con respecto a la gravedad de las posibles secuelas.

La hospitalización de Kiko Rivera ha devuelto a la actualidad los accidentes cerebrovasculares. La madrugada del pasado día 21, el cantante y Dj se sintió mal, con fuertes dolores de cabeza y, tras ser atendido en el centro de salud de la localidad donde vive, fue derivado de urgencia al hospital. Había sufrido un ictus.

Pero él no es el único personaje mediático que ha pasado por esto. Alberto Contador, Silvia Abascal, Sharon Stone, Emilia Clarke y Hailey Baldwin son otros de los nombres conocidos, dentro y fuera de nuestras fronteras, que lo han vivido y superado.

Como ellos, millones de personas anónimas en el mundo. Según datos de la Sociedad Española de Neurología, en nuestro país sufren un ictus entre 110.000 y 120.000 personas en un año y de estos, el 50% quedan con secuelas discapacitantes o fallecen. Se estima que una de cada seis personas padecerá esta enfermedad a lo largo de su vida. Y, pese a que la edad es el principal factor de riesgo para padecer un ictus, no solo afecta a personas mayores sino que, como hemos visto en los casos anteriores, en los últimos años está aumentando la frecuencia en menores de 55 años.

Se estima que una de cada seis personas padecerá un ictus lo largo de su vida

A falta de ver la evolución del hijo de Isabel Pantoja y cómo se enfrenta a las secuelas del ictus, si algo tienen en común las celebridades nombradas es, también, el haber vencido esta enfermedad, demostrando que la recuperación es posible. Porque sufrir este tipo de accidente cerebrovascular es terrible. Es la segunda causa de mortalidad en España (la primera en las mujeres), una de las principales causas de discapacidad y de institucionalización en el adulto, y la segunda causa etiológica de la demencia tras la Enfermedad de Alzheimer. Pero la rapidez de reacción y, posteriormente, la rehabilitación, pueden ser determinantes para dar la vuelta a las estadísticas, mejorando de forma significativa el pronóstico y la vida futura del paciente. Además, la mayoría de ictus podrían evitarse controlando los factores de riesgo modificables.

La mayoría de ictus podrían evitarse controlando los factores de riesgo modificables.

Con motivo del Día Mundial del Ictus (29 de octubre), es necesario recalcar estos puntos y que te hagas la pregunta: “¿Sabría reconocer un ictus?”. Para ayudarnos a contestar esta cuestión y resolver otras muchas dudas, hemos hablado con tres especialistas en el tratamiento de esta enfermedad:



¿Qué es un ictus y por qué se produce?

El ictus está causado por un trastorno circulatorio cerebral que altera transitoria o definitivamente el funcionamiento de una o varias partes del encéfalo. Pueden ser isquémicos (falta de riego) o hemorrágico (rotura de pared arterial cerebral)

“El ictus isquémico, también llamado infarto cerebral, trombosis o embolia, supone aproximadamente el 75% de los casos, mientras que el hemorrágico representa el 25% restante”,

subraya la Dra. Georgina Figueras.



¿Cuáles son los factores de riesgo, modificables y no modificables, asociados a esta enfermedad?

Los factores modificables son la hipertensión arterial (el más frecuente), la diabetes, la dislipemia, el tabaquismo, la obesidad, el sedentarismo, el consumo de alcohol y el abuso de las drogas. También, el síndrome de apnea-hipopnea del sueño, los anticonceptivos orales, el síndrome metabólico, las cardiopatías embolígenas y la terapia hormonal sustitutiva después de la menopausia.

Los no modificables son la edad, el sexo, la carga genética, trombofilias e ictus previos.

“Teniendo en cuenta el aumento de la esperanza de vida y el envejecimiento de la población, se prevé que para el 2025 en Europa puedan sufrir un ictus 1,5 millones de personas al año; según datos de estudios epidemiológicos realizados. En general hay mayor incidencia de ictus en hombres que en mujeres, excepto en el rango de edad más elevado de la población; pero eso es debido a que la mujer tiene mayor esperanza de vida. Otro de los factores no modificables es la etnia, pues parece que la raza negra tiene mayor prevalencia que la raza blanca”,

puntualiza la Dra. Erika Torres.



¿Qué conductas se deberían evitar para disminuir las posibilidades de sufrir un accidente cerebrovascular?

La mayoría de ictus podrían evitarse controlando los factores de riesgo modificables. Por tanto, es importante realizar actividad física, seguir una dieta mediterránea evitando alimentos procesados y azucares, medir y controlar la tensión arterial y la glucemia, disminuir y manejar el estrés, cuidar el sueño y evitar el tabaco, alcohol y drogas. También es necesario, en determinados casos de pacientes mujeres, comentar con el especialista los riesgos-beneficios de iniciar tratamiento con anticonceptivos orales y la terapia hormonal sustitutiva después de la menopausia, individualizando cada caso.

“En la Unidad de Neurociencias de Quirónsalud Torrevieja-Alicante que coordino, contamos con una consulta específica para educación en la prevención primaria del ictus, realizada por la enfermera de neurología. Detectamos en nuestras consultas los pacientes que tienen riesgo de padecer esta patología y les derivamos aquí. En ella se informa de las conductas adecuadas que los pacientes deben seguir”,

subraya la Dra. Torres.



¿Qué conductas se deberían evitar para disminuir las posibilidades de sufrir un accidente cerebrovascular?

¿Cuáles son las señales de alarma del ictus?

El inicio de un ictus puede estar marcado por síntomas muy diversos y heterogéneos, pero hemos de poner especial atención en síntomas neurológicos de aparición brusca. Estos pueden ser debilidad o incapacidad de movimiento de una parte del cuerpo (brazo y pierna del mismo lado) o alteración de la sensibilidad en este mismo área, desviación de la comisura labial, alteración del lenguaje, falta de coordinación, inestabilidad de la marcha, alteraciones del nivel de consciencia o alteraciones conductuales, visión doble, dolor de cabeza súbito e intenso, etc.

La Dra. Figueras recuerda la utilidad de tener presente el acrónimo en inglés FAST:

“F (fase dropping): se tuerce un lado de la cara. Es útil hacer sonreír a la persona para detectar asimetrías. A (arm weakness): brazo o pierna débil o sin fuerza. Es útil hacer levantar el brazo y la pierna para observar si hay asimetrías en la fuerza. S (speech): Le cuesta hablar o articular las palabras. T (time): es crucial el tiempo, por tanto, hay que llamar a emergencias”



¿Qué podemos hacer si detectamos alguno de estos síntomas?

Ante la sospecha de un ictus, debe avisarse de inmediato al servicio de emergencias para el traslado del paciente lo más rápido posible al servicio de urgencias más cercano.

“Cada minuto que pasa se pierden 2 millones de neuronas”,

destaca la Dra. Figueras.



¿Qué consecuencias puede acarrear el retraso en la llegada al hospital?

Un retraso en el diagnóstico y el tratamiento supone una amenaza para el tejido cerebral, aumenta la mortalidad y la discapacidad.

“En algunos casos se genera un cambio radical no sólo en la vida del paciente sino también en la familia del mismo, produciendo un gran impacto emocional y funcional. Además, si esta patología no se trata a tiempo conduce a una sobrecarga sanitaria, social y económica importante. Según datos del grupo de enfermedades cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología, el ictus produce 2.000 millones de € de gastos directos sanitarios y 6.500 millones de € de gastos directos no sanitarios anualmente en España”,

revela la Dra. Torres.



¿Cuáles son las secuelas más habituales?

Las secuelas físicas dependerán del hemisferio cerebral y su región afectada. Las secuelas más comunes suelen ser paresias (debilidad) espásticas en alguna de las extremidades del cuerpo o de la mitad del cuerpo (brazo y pierna), alteraciones del lenguaje, alteraciones conductuales o inicios de deterioros cognitivos. Además, también hay alteraciones psicológicas o del estado de ánimo, muy frecuentes e importantes, ya que suelen aparecer en la fase de convalecencia y rehabilitación (primeros 3 meses). Las más frecuentes son la ansiedad y depresión.

“Los especialistas que valoren al paciente son los encargados de, teniendo en cuenta las características del paciente, el tiempo de evolución del ictus, el tipo de infarto cerebral y tamaño del mismo, decidir viendo el beneficio-riesgo en cada caso, si el paciente se va a beneficiar de una de las técnicas, de ambas o si no es candidato a ninguna de ellas”,

subraya el Dr. Jesús Romero Imbroda.



¿Cuáles son las secuelas más habituales?

¿Cómo es el tratamiento del ictus en la fase aguda?

Se basa en la confirmación diagnóstica, el intento de averiguar la causa y provocar la repermeabilización de la arteria que provoca el Ictus bien con un fármaco trombolítico y/o trombectomía.

“A grandes rasgos, la trombólisis intravenosa con alteplasa se trata de la administración por vía intravenosa de este potente anticoagulante con el fin de deshacer el trombo que está taponando el vaso cerebral que produce la clínica del paciente y la trombectomía mecánica tiene el mismo objetivo pero extrayendo el trombo mediante un cateterismo. Los especialistas que valoren al paciente son los encargados de teniendo en cuenta, las características del paciente, del tiempo de evolución del ictus, del tipo de infarto cerebral y tamaño del mismo, decidir viendo el beneficio-riesgo en cada caso, si el paciente se va a beneficiar de una de las técnicas, de ambas o si no es candidato a ninguna de ellas”,

explica la Dra. Torres.



¿Y el plan terapéutico posterior?

El plan terapéutico médico irá dirigido a la prevención secundaria, según sea la causa del ictus, para que no se repita. Se evalúan de forma precoz las secuelas y se inicia la rehabilitación tanto física (logopedia y fisioterapia) como social y psicológica a las 48-72 horas.

“Una vez pasados los primeros días y ver que el paciente está estable en todos los sentidos es momento de iniciar una rehabilitación precoz”,

advierte el Dr. Romero.



¿Qué papel juega la rehabilitación?

El objetivo de la neurorrehabilitación es conseguir la mayor recuperación física y emocional de las secuelas que ha dejado el infarto cerebral, en el tiempo más eficaz para hacerlo, que son los primeros 6-12 meses desde que se sufrió el ictus. En este tipo de Unidades se dispone de un equipo multidisciplinar de profesionales (neurólogos, neurorrehabilitadores, neuropsicólogos, fisioterapeutas, logopedas, enfermería, neurofisiología, terapeutas ocupaciones) absolutamente especializados en esta patología que diseñan de una forma personalizada cuál es la mejor terapia para cada persona. Además de dar soporte a la familia y orientarla en el trato con el paciente y en la optimización de la organización de la casa, se busca que el paciente permanezca lo más independiente y autónomo para las actividades básicas e instrumentadas de la vida diaria.

“Después de un Ictus, con tratamiento adecuado médico y rehabilitador, hay pacientes que quedan libre de secuelas”,

resalta el Dr. Romero.



¿Qué papel juega la rehabilitación?

Una vez que se ha sufrido un ictus, ¿hay más posibilidades de que se repita?

El haber tenido un ictus ya es un factor de riesgo para volver a padecer ictus. Por tanto, es crucial la prevención secundaria, con medidas farmacológicas y no farmacológicas. Los medicamentos más utilizados son los antiagregantes, dislipemiantes, antihipertensivos y anticoagulantes. En cuanto a medidas no farmacológicas, hemos de llevar una vida saludable con una dieta mediterránea, realizando ejercicio regular en la medida de nuestras posibilidades y evitando el consumo de tóxicos.

“El riesgo de volver a tener un ictus es inversamente proporcional al tiempo transcurrido desde el día que se produjo. Es decir, a medida que más días pasen desde que sufrimos el ictus, menos riesgo tenemos de volver a sufrirlo”,

señala la Dra. Torres.





El código ictus y las unidades de ictus en los hospitales

El Código Ictus se define (Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud) [SNS],2008), como el procedimiento que permite la rápida identificación, notificación y traslado de los pacientes con ictus a los servicios de urgencias, poniéndose en marcha el proceso intrahospitalario de diagnóstico y cuidados mientras se traslada al paciente hasta el Servicio de Urgencias. El objetivo fundamental del mismo es que el diagnóstico del ictus se haga de forma precoz y se trate de la forma más temprana posible. La velocidad de reacción desde que se activa un Código Ictus es clave para reducir la mortalidad y la gravedad de las secuelas propias de la enfermedad.

Una vez en el hospital, las Unidades de Ictus son localizaciones específicas dedicadas exclusivamente a pacientes que sufran ictus agudos isquémicos, ictus agudos hemorrágicos y accidentes isquémicos transitorios. Los equipos multidisciplinares centran toda su atención en la patología que está sufriendo el paciente y deben tener experiencia en la misma. Además, el equipo encargado de la Unidad de Ictus debe protocolizar de inicio a fin la atención y procesos por los que debe pasar el paciente con el fin de disminuir los tiempos desde que se inicia la clínica hasta que el paciente candidato recibe el tratamiento y asegurar el cuidado específico que requiere esta patología desde el tratamiento en fase aguda hasta su salida del hospital a casa o a una Unidad de Neurorrehabilitación dependiendo de la evolución clínica del paciente.