Conoce la importancia de la inflamación en la esclerosis múltiple

Aproximadamente 55.000 personas presentan esclerosis múltiple en nuestro país, una enfermedad autoinmune, neurodegenerativa y crónica que afecta generalmente a adultos jóvenes y cuyo origen es desconocido.

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La esclerosis múltiple es una enfermedad autoinmune de origen inflamatorio. Esto quiere decir que las células del sistema inmune atacan al propio organismo al reconocerlo como extraño. En el caso concreto de esta patología, atacan a la mielina, una estructura que recubre las neuronas protegiéndolas y que además interviene en el impulso nervioso. A modo de ejemplo, ¿qué pasa si se daña el plástico que recubre los cables de la electricidad? Que la electricidad pierde velocidad. Esto mismo ocurre con los impulsos nerviosos neuronales cuando la mielina se daña. Aunque se desconoce el origen de la esclerosis múltiple, la inflamación, consecuencia de la autoinmunidad, es un factor muy importante ya que provoca la degeneración del sistema nervioso central.

La doctora Ester Moral, jefa del Servicio de Neurología del Complejo Hospitalario y Universitario Moisés Broggi y Secretaria del Grupo de Estudio de Enfermedades Desmielinizantes de la Sociedad Catalana de Neurología (SCN), explica que “es una enfermedad con dos componentes, el inflamatorio y el neurodegenerativo. La inflamación tiene un papel fundamental en las fases iniciales, aunque por suerte los tratamientos de los que disponemos actúan muy bien contra la inflamación, y controlándola, conseguimos retrasar su avance hacia la parte neurodegenerativa”. La esclerosis múltiple es una de las patologías neurológicas más comunes entre la población de 20 a 30 años. De hecho, es la principal causa de discapacidad no traumática en este sector de la población.

Conoce la importancia de la inflamación en la esclerosis múltiple

La evolución de la enfermedad

La inflamación es la reacción que tiene el propio sistema inmune y suele estar provocada por un daño en el organismo desencadenado por invasores (virus o bacterias) que nuestro cuerpo reconoce como peligrosos. En los primeros estadios de la enfermedad, la inflamación más común es la aguda, esta genera la destrucción de la capa de mielina. Este tipo de inflamación suele asociarse a la aparición de nuevas lesiones. “Las lesiones pueden aparecer en cualquier lugar del cerebro, del tronco cerebral, el cerebelo o la médula espinal”, explica la neuróloga. Además, advierte que, si la lesión se produce en el nervio óptico, el paciente notará visión borrosa, si la lesión es en la médula, puede notar hormigueos en el tren inferior o si aparece en el cerebelo, podría notar problemas de equilibrio. “No podemos saber desde el principio cuál va a ser el pronóstico de un paciente, por eso la llaman la enfermedad de las mil caras porque puede dar síntomas muy diversos y la evolución en cada persona puede ser muy diferente”, revela la neuróloga.

En estadios más avanzados de la esclerosis múltiple predominará el desarrollo de la respuesta inflamatoria crónica dentro del sistema nervioso central y la degeneración neuronal. El retraso en el control de la inflamación en los primeros años determina el daño degenerativo a largo plazo, por ello, es muy importante un adecuado abordaje de la enfermedad mediante el uso temprano de terapias que frenen este proceso inflamatorio. De hecho, la doctora recuerda que “desde hace más de 10 años sabemos que diagnosticar cuanto antes la enfermedad, cambia el pronóstico”.

Esclerosis múltiple

Se necesita más investigación para poder desarrollar tratamientos dirigidos hacia la remielinización o incluso su cura.

La evolución y los síntomas de la esclerosis múltiple varían según la persona, además la rapidez o lentitud con la que avanza la enfermedad y los posibles brotes pueden ser impredecibles. Pero la doctora Ester Moral señala que “desde el principio coexisten tanto la inflamación como la neurodegeneración, pero controlando el componente inflamatorio, se evita, en gran parte, que aumente la neurodegeneración y, por lo tanto, la progresión”.

Responsables de la inflamación

Hasta hace unos años se pensaba que en la esclerosis múltiple el único agente importante era el linfocito T. Recientemente también se ha descubierto que los linfocitos B juegan un papel clave en el desarrollo de la enfermedad ya que son los responsables de la producción de anticuerpos y de la activación de la respuesta inmune. Estas moléculas inflamatorias que se liberan dañan la mielina pudiendo afectar también a los axones de las neuronas y van a favorecer que se recluten más células en el punto donde se está produciendo la inflamación.

El daño producido debido a las células B y T van a ser el origen de los brotes y la progresión presente en las personas que sufren esclerosis múltiple. Se han desarrollado diferentes terapias contra el linfocito T y, desde hace unos años, terapias que van dirigidas a una subpoblación específica de linfocitos B, lo que supone un mecanismo de acción nuevo en esta patología.

A día de hoy, se han encontrado formas para controlar la inflamación en la esclerosis múltiple y su pronóstico ha cambiado notablemente en los últimos años, pero la neuróloga Ester Moral concluye que “tenemos nuestras esperanzas puestas en conseguir controlar el componente degenerativo. Es necesario avanzar en el terreno de la remielización, esto nos permitiría evitar esa degeneración o incluso recuperar lo que el paciente hubiera perdido”.

RM: herramienta clave

Para diagnosticar la esclerosis múltiple es importante un neurólogo experto en la enfermedad. Se trata de una patología compleja y en la que se analizan diferentes marcadores. La resonancia magnética es una herramienta necesaria para el diagnóstico y desarrollo de la enfermedad. “En general, se recomienda realizar una resonancia magnética al año, pero varía según la estabilidad del paciente”, explica la doctora Ester Moral.

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