Tranquilidad y belleza

Una oda a la cultura mediterránea en el litoral tarraconense

Foto de una playa de la costa catalana

Tan solo hace falta caminar unos minutos para encontrar paisajes de postal en la Costa Daurada.

El litoral sur de Catalunya cobra su máximo esplendor cuando el sol impacta en la arena y la tiñe de dorado. Un fenómeno que da nombre a la Costa Daurada, ochenta kilómetros de fachada marítima y numerosas joyas en forma de calas, aguas cristalinas y acantilados escarpados. No en vano, es una de las destinaciones turísticas de referencia en el Mediterráneo para todo tipo de turismo, también el familiar, aprovechando la poca profundidad y serenidad de las playas. Para encontrar el spot perfecto, tan solo hace falta dejar el coche aparcado y caminar unos minutos hasta dar con el paraje ideal donde fondear y relajarse con la brisa marina.

Entre bosques y senderos, los visitantes podrán encontrar diferentes calas, cada una con su propio encanto y personalidad. Al norte de Tarragona hay una playa que transporta a todo aquel que la pisa a Honolulú. La Cala Fonda, también conocida como Waikiki, es un paraíso tropical de finas arenas doradas y aguas turquesas, al que se puede acceder tras una excursión a pie de 25 minutos. La recompensa vale la pena.

En la Cala Penya Tallada, la naturaleza muestra su lado más salvaje y majestuoso. Situada en el Cap de Salou, es un rincón salvaje donde reconectar con la fuerza y la belleza del océano en medio de las rocas erosionadas por el paso del tiempo.

El turismo activo tiene en Pals un paraíso con el golf y los deportes de vela. Para conocer la zona, plana y con un bello paisaje, es recomendable usar una bici y contemplar entre sus arrozales las vistas espectaculares hasta llegar a sus playas, muy apreciadas puesto que son inusualmente abiertas y arenosas. La gastronomía es otro de sus puntos fuertes, con una restauración para los paladares más exigentes y en el que el arroz es uno de los must de la visita.

Siguiendo hacia el sur, entre Vandellòs y el Hospitalet de l’Infant está la Cala Gestell (o Justell). Es un arenal natural y protegido, sin servicios, pero que conserva la esencia del paisaje del migjorn catalán. Sin embargo, en la visita a esta playa –de igual forma que en todas las playas salvajes– es importante cuidar el ecosistema y no dejar rastro tras la estancia en las dunas de esta playa.

Otra de las calas más preciadas de la Costa Daurada es la del Calafató, en l’Ametlla de Mar. A la vez que conserva su aspecto más salvaje, es una playa con un acceso fácil y con todos los servicios. Es un entorno ideal donde hacer snorkel y gozar con el rico mundo subacuático de este paraje natural.

Esta ruta concluye en el Baix Ebre, con la Cala Forn, también en l’Ametlla de Mar. Como la del Calafató, a poco más de 4 kilómetros al norte, tiene un buen acceso y todos los servicios, incluso kayaks en verano. Junto con la Cala Sant Jordi y la Cala Vidre, comparten los vestigios del castillo de la Orden de Sant Jordi de Alfama, del siglo XIII, que corona el paisaje de este territorio catalán.

Lienzos naturales

Acantilados que se elevan majestuosos sobre el mar

Con su cautivador paisaje, la Costa Brava ha entusiasmado a escritores, poetas, músicos y artistas de todas las épocas con su belleza atemporal. Y es que, con su encanto natural y pintoresco, el norte de Catalunya evoca un mundo de imágenes y sensaciones que quedan grabadas en la retina. Cada rincón de este territorio, con calas de ensueño y un paisaje natural agreste, vibra a una frecuencia propia y con una energía única e invita a dejarse llevar por la brisa marina y a conocer una forma de vida propia, tocada por la Tramuntana y con sabor a mar.

Durante todo el año, son numerosas las playas, calas y miradores al mar entre pinares de la Costa Brava que merecen una visita o un paseo por el camino de ronda. Además de sus pueblos, como Cadaqués o Begur, conjuntos de vestigios romanos y griegos, parques naturales protegidos y una oferta gastronómica con el arroz como protagonista y con productos de primera categoría. No le falta ningún detalle.