Tintos que maridan con paisajes vertiginosos

Por Judit Figueras

Amodo alegórico, y desde un plano cenital, la comarca del Priorat podría asemejarse a la forma de un huevo frito: la yema correspondería a la DOQ Priorat, mientras que la clara, a la DO Montsant. Aunque muchos limitan su entusiasmo a la cremosidad amarillenta de la parte central, es sabido por los entendidos que el esplendor de este simple plato recae también en sus bordes crujientes o popularmente conocido como la puntilla. Del mismo modo sucede con esta región vinícola. Aunque la DOQ Priorat cuenta con más historia –se estableció en el año 1932–, reconocimiento –es la única denominación de origen calificada en Catalunya– y producción –cuenta con 109 bodegas, casi el doble que su DO vecina–, la DO Montsant, que el año pasado cumplió 20 años de historia, ha logrado hacerse un hueco en el panorama vinícola, tanto nacional como internacional.

Los apasionados por el enoturismo encontrarán en esta DO caldos de altísima calidad elaborados a partir de variedades históricas como la garnacha y la carriñera. La sierra del Montsant, que da nombre a la DO, aísla la región, y al mismo tiempo otorga al territorio una accidentada orografía formada por laderas vertiginosas. El resultado de esta combinación: vinos, en su mayoría tintos, de gran complejidad y estructura con notas florales.

Riqueza patrimonial

Precisamente, esta peculiar topografía, enmarcada en un escenario de fondo tan idílico como el del Parc Natural de la Serra del Montsant, hace que la degustación de sus caldos sea una experiencia aún más placentera. Y es que uno de los elementos más identitarios de la DO Montsant es su paisaje. Un entorno capitaneado por la capital de la región vinícola, Falset, y rodeado de pueblos medievales como Cornudella de Montsant, Morera de Montsant –desde donde vale la pena visitar la cartuja de Escaladei– y, cómo no, Siurana, una de las aldeas más fascinantes del país. Situada en medio de un paraje de acantilados que quita el aliento, esta pintoresca localidad esconde un núcleo histórico formado por calles empedradas que rodean la Plaça Vella y las ruinas de un castillo andalusí construido en el siglo IX.