Cadaqués, inspiración daliniana

Por Núria Bonet Icart

Este país es mi inspiración permanente”, dijo el artista Salvador Dalí de los llanos del Empordà hasta llegar a la bahía de Cadaqués. Y así lo refleja su obra: rocas retorcidas frente a un mar como un espejo que refleja las nubes de mil formas y colores. Paisajes dónde ubicar sus relojes fundidos y sus obsesiones oníricas. Pasear por Cadaqués significa recorrer todos estos magníficos escenarios, rincones de enorme belleza marinera y todavía salvaje.

Es considerado el pueblo más bello de Catalunya, por su ubicación, su adecuada conservación, sus calles que preservan el empedrado antiguo de cantos rodados de la playa (llamado rastell), sus casas encaladas formando un conjunto armónico por el que parece que no ha pasado el tiempo. No en vano han paseado por sus empinadas calles creadores y artistas como Federico García Lorca, Luís Buñuel, Pablo Picasso, Paul Éluard, Max Ernst, René Magritte, Josep Pla, Eugeni d’Ors o Marcel Duchamp. Muchos de ellos dejaron constancia en sus obras de este encuentro.

¿Y a qué debe su encanto este pequeño pueblo ampurdanés? Durante siglos quedó casi aislado por la montaña de Pení, con lo que se abrió al mar, con sus leyendas de corsarios y marinos, de naufragios y de cantos de pescadores. Villa marinera por excelencia, Cadaqués conserva todo su encanto, con las barcas ancladas en la playa y el pescado recién pescado en la mesa de los mil-y-un restaurantes de este enclave tan turístico.

Para disfrutar del paisaje y del carácter de esta zona, hay que dejarse llevar por sus callejuelas peatonales hasta alcanzar la icónica iglesia de Sta. Maria y seguir sus caminos de ronda y senderos como el GR11, que conectan con Portlligat y con calas y playas recónditas como cala Culleró, con las rocas que inspiraron el cuadro El gran masturbador de Dalí. Llegar hasta el Faro de Cala Nans, ver la roca bautizada como Es Camell, recorrer el paraje natural de Tudela o disfrutar del amanecer en el Cap de Creus seguro que inspira.