ANÁLISIS YOTELE

Las claves de 'The Circle', el 'Gran Hermano' de Netflix que te hará reflexionar sobre las redes sociales

La plataforma ha lanzado un nuevo reality show donde los concursantes pueden adoptar un aspecto distinto al suyo

The Circle

The Circle / periodico

Sergio L. Merillas

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Los espectadores hemos podido ver de todo en televisión durante las últimas décadas: personas encerradas en una casa, abandonadas en una isla, demostrando sus habilidades entre fogones o compitiendo por convertirse en la mejor voz del país. Y cuando pensábamos que todo estaba inventado, ha llegado 'The Circle' para romper todos nuestros esquemas. Este es el título del reality de origen británico que arrancó sus emisiones en 2018, un formato que Netflix ha popularizado ahora con su propia versión estadounidense. Pero, ¿qué tiene de novedoso este nuevo formato que ya prepara su propia edición en Francia y Brasil?

En líneas generales, 'The Circle' es una reimaginación del clásico 'Gran Hermano' con tintes de 'Catfish' que bien podría ser confundido con un episodio de la distópica 'Black mirror'. Un cóctel que se presenta bajo la misma premisa con la que nació el padre de la telerrealidad hace 20 años: como un experimento sociológico. No obstante, nos encontramos ante un producto adaptado a la era de las redes sociales, donde el término de convivencia adopta una nueva dimensión. Y es que sus concursantes no establecen ningún tipo de contacto físico durante el encierro; todos viven en el mismo edficio pero aislados en sus propios apartamentos.

El Círculo es el elemento clave sobre el que gira la competición. Un software que los concursantes pueden -y deben- utilizar para comunicarse con sus rivales. Los ocho aspirantes iniciales disponen de una serie de pantallas en las que aparece la interfaz de la red social que les sirve para entablar relación con los perfiles que ven ante sus ojos... o no. Aquí está el quid de la cuestión, ya que en el Círculo, como en la vida vida misma, puedes ser quien dices ser o un catfish; es decir, un impostor con oscuras intenciones (que en este caso, afortunadamente, no son otras que alzarse con el premio final). 

La forma de jugar queda a libre elección de los ocho usuarios de la comunidad virtual. Mientras que algunos apuestan por ser ellos mismos y utilizar fotos reales, demostrando una plena confianza en sus propias personalidades y en sus habilidades sociales, otros consideran que esconderse detrás de una identidad falsa y distinta a la suya puede ayudarles a ganar puntos de cara a la galería para evitar ser expulsados o, lo que viene siendo lo mismo en este caso, bloqueados del Círculo. 

Aquí está el mayor atractivo del reality, en ver cómo conectan una serie de personas con la única ayuda de un sistema de mensajería con reconocimiento de voz. Llama la atención que el mayor atractivo de 'The Circle' pueda llegar a ser, al mismo tiempo, su mayor hándicap. Y es que la capacidad para transmitir emociones en este programa es mucho más limitada que en otros donde los concursantes pueden ver, tocar y sentir a sus compañeros. Es decir, donde el contacto es real y explícito. No obstante, algunos de ellos lo consiguen de un modo y otro, abriéndose en canal y mostrando sus inseguridades o los motivos por los que han elegido ocultar su verdadero aspecto.

La doble cara de las redes sociales

Al igual que ocurre con las versiones estadounidenses de otros reality shows como 'Gran Hermano' o 'Supervivientes', el concurso está grabado y, por lo tanto, la audiencia no ejerce ningún tipo de decisión sobre los jugadores. Es una competición de pura estrategia, donde son los propios integrantes del Círculo quienes deciden quién debe alzarse con el premio de 100.000 dólares. Por lo tanto, el componente moral queda relegado a un segundo plano y no tienen que preocuparse por ser genuinos o buenas personas, sino por ser buenos jugadores. De esta forma, algunos no tienen reparo a la hora de engañar a sus contrincantes con falsos flirteos y apariencias. 

Ganarse el cariño y la confianza de los usuarios del Círculo es imprescindible para llegar lo más lejos posible en el concurso. En cada entrega, los ocho jugadores deben puntuar a sus contricantes. Los que se sitúen en lo más alto de la tabla se convierten en los influencers y deben bloquear a uno de sus compañeros, que quedará inmediatamente eliminado y tendrá la posibilidad de visitar el apartamento de uno de sus vecinos. 

A falta de datos sobre las visualizaciones que ha conseguido El Círculo desde su estreno a principios de enero, lo cierto es que ha enganchado a miles de espectadores en las redes sociales a lo largo de sus doce episodios, de unos 50 minutos de duración cada uno. Aunque a priori la mecánica puede resultar bastante limitada, los productores del programa se encargan de dar 'salseo' y un poco de emoción a la convivencia virtual con diferentes retos, juegos y recompensas. Al fin y al cabo, como en cualquier reality, es importante que haya drama y tensión. 

En definitiva, 'The Circle' es un reality fácil de ver y muy adictivo para los amantes del género. Parte de este mérito lo tiene, además de un casting que sabe cómo jugar y ofrecer contenido, el trabajo de edición llevado a cabo por sus responsables, con un montaje rápido y trepidante que favorece la idea de que todos se encuentran en un mismo círculo. Aunque la pretensión del reality no sea la de instruir e informar sobre el peligro de las redes sociales, invita a reflexionar sobre el uso que hacemos de estas herramientas en nuestro día a día y a plantearnos si el contacto que establecemos con nuestro entorno virtual es del todo auténtico. 

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