A LAS 22:30 HORAS

'Pesadilla en la cocina' en laSexta: Alberto Chicote se enfrenta al primer buffet libre de Cádiz

Alberto Chicote en 'El cantábrico', el primer buffet libre de 'Pesadilla en la cocina'

Alberto Chicote en 'El cantábrico', el primer buffet libre de 'Pesadilla en la cocina' / ATRESMEDIA TELEVISIÓN

Redacción Yotele

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laSexta emite esta noche, a las 22:30, un nuevo episodio de la séptima edición de 'Pesadilla en la cocina'. En esta ocasión, Alberto Chicote viaja hasta Cádiz para encarar un nuevo reto y ayudar a 'El cantábrico', un buffet libre en manos de dos hermanos, Francisco y Mari Luz, con una larga tradición hostelera a sus espaldas pero con una también larga lista de problemas.

El restaurante puede presumir de haber sido el primer buffet libre que abrió en la capital gaditana, hace más de 70 años. Al principio fue todo un boom y durante años el negocio ha funcionado perfectamente. Sin embargo, en los últimos tiempos la clientela ha caído de forma alarmante. El futuro del restaurante pende de un hijo y el legado de varias generaciones corre peligro. La llegada de Alberto Chicote es el último cartucho que le queda a sus dos dueños para salvar este buffet en el que sus vidas profesionales están en juego.

El cantante, humorista y actor Pablo Carbonell, hombre de enorme talento y amante de su tierra, ejercerá de comensal cargado de honestidad pero también de exigencia. Y, como a Chicote, no le gustará nada la deriva de la situación, en la que la comida no alcanza el nivel de calidad esperado pero tampoco el resto de lo que rodea a un restaurante como “El Cantábrico”.

La decepción se apodera de Alberto Chicote y de Pablo Carbonel. La comida está completamente grasienta, no hay apenas ningún plato apetecible, la cocina está antigua y muy sucia, los productos están sin etiquetar y buena parte de los alimentos son de bote o congelados. 

A estos difíciles ingredientes se añaden nuevos obstáculos nada fáciles de abordar: los cocineros no ponen interés alguno, preparan la comida sin aceptar las órdenes del dueño, Fran, y el exceso de aceite se convierte en el protagonista.

De hecho, el cocinero no prueba nunca la comida porque no le gusta. Sólo le parece buena la que cocinan su madre y su mujer. Tampoco aceptan las críticas, hasta el punto de que uno de los empleados de cocina abandona un servicio al no asumir los comentarios de Alberto Chicote sobre la calidad, evidentemente pésima, de la comida. Además, las discusiones son constantes y Fran empieza a estar cada vez más desanimado.

El chef tendrá que sacar ideas de donde no las hay para intentar salvar un restaurante anclado en antiguos vicios y con un nivel de interés de dejarse ayudar algo escaso.