Informe de IDRA
La mayoría de los inquilinos de Madrid y Barcelona no esperan tener nunca una vivienda en propiedad
Los contratos de alquiler en Catalunya caen un 17%, pero los precios bajan un 5% con el tope en zonas tensionadas
MAPA | Catalunya incluye otros 131 municipios a la lista de poblaciones con tope al alquiler

Obras de la nueva Torre Barceló, un edificio de 26 plantas y 192 viviendas que se destinarán al alquiler, en Mataró. / Zowy Voeten


María Jesús Ibáñez
María Jesús IbáñezPeriodista
Redactora en EL PERIÓDICO DE CATALUNYA desde el año 2002. Especialista en Alimentación.
Muchos, la mayoría, ya se han hecho a la idea: van a tener que pagar alquiler de por vida, porque sus opciones de comprar (o de heredar) una vivienda son prácticamente nulas. Con ellos, los que conforman la denominada 'generación inquilina', se acaba esa idea generalizada de que el arrendamiento era un paso previo a la propiedad, una situación transitoria. Es una de las principales conclusiones del informe 'De propietarios a inquilinos', una investigación del Institut de Recerca Urbana de Barcelona (IDRA), que analiza cómo se está ampliando la desigualdad en el acceso a la vivienda de propiedad en España. "Es un estudio en el que hemos trabajado durante mucho tiempo y del que estamos muy satisfechos", explica Jaime Palomera, coautor de la publicación junto a Pablo Pérez Ruiz y Marta Ill.
Cada vez más gente vive de alquiler, sentencia el estudio. Solo en Barcelona, el porcentaje de hogares que viven de alquiler pasó del 38,2% al 44,1% entre 2017 y 2022. En el conjunto de España, un 56,6% de los hogares formados por personas de entre 16 y 29 años están en esa situación, y el 34,3% de las familias integradas por miembros de entre 30 y 44 años. La estadística se invierte con los mayores de 65 años, que son en un 89% de los casos propietarios de la casa donde residen. Eso sí, el pequeño porcentaje que a esa edad vive de alquiler, difícilmente dará el salto a la propiedad. Primero, porque cuanto mayor es uno, menor es su expectativa de herencia. Y, segundo, porque las pensiones actuales no dan como para meterse con una hipoteca más allá de los 65.
De hecho, prosigue el estudio, el 70% de los inquilinos de Barcelona y de Madrid no esperan heredar una vivienda, y el 30% que sí tienen esta expectativa, se encontrarán con que tendrán que compartirla con otros herederos. En el caso de los residentes en Madrid, además, siete de cada 10 inquilinos no creen que puedan comprar una vivienda en el futuro. La cifra es más alta en el grupo de edad de 35 a 64 años (75,2%), mientras que para los más jóvenes se reduce algo (al 60%).
Brecha por nacionalidad
Aunque existe una brecha generacional, también existe una por nacionalidad. Más allá de los ingresos con que cuente la familia y de su capacidad para comprar una vivienda, los hogares formados por personas de oriigen extranjero son las que presentan más dificultades para acceder a un piso en propiedad. De entrada, porque las posibilidades de herencia son mucho más reducidas que las que tienen los españoles. Así, "mientras que solo el 14% de la población de nacionalidad española vivía de alquiler en 2023, esta cifra alcanzaba el 71,6% en el caso de la población extranjera extracomunitaria, y un 61,3% entre la población procedente de la Unión Europea", constata el estudio de IDRA.
Según los datos que maneja el informe, los hogares inquilinos tienen una renta media de 22.183 euros anuales, lo que les resta opciones para acceder a una propiedad. Los caseros o propietarios, en cambio, cuentan con rentas medias de 46.725 euros anuales, lo que les convierte en candidatos a seguir incrementando su patrimonio inmobiliario.
¿Qué se puede hacer?
Ante todo ello, los autores del estudio lanzan algunas recomendaciones, que pasan por incrementar la oferta de alquiler residencial de larga duración y a precio regulado, de manera que se incluya en este paquete a todas las viviendas que no están cumpliendo su función residencial. También sugieren la aplicación de medidas fiscales para reducir la desigualdad y garantizar el acceso a la vivienda, tales como el aumento de los impuestos de propiedad (el de patrimonio, el de sucesiones o el IBI), lo que ayudaría, en su opinión, "a reducir la concentración de la riqueza y promovería una distribución más equitativa de los recursos". Esta misma medida, la del aumento de la fiscalidad, también sería aplicable a aquellos que tienen ingresos por rentas de alquiler.
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