informe del banco de españa

La precariedad laboral empuja a jóvenes y extranjeros al alquiler de vivienda

Cartel de un piso de alquiler en la avenida de Madrid de Barcelona

Cartel de un piso de alquiler en la avenida de Madrid de Barcelona / periodico

P. Allendesalazar

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España ha sido tradicionalmente un país donde la propiedad de la vivienda ha tenido mucho más peso que el alquiler. Sin embargo, en los últimos años se ha elevado notablemente el arrendamiento (de representar el 19,4% de hogares en el 2005 al 23,9% del 2018, hasta superar los tres millones), debido sobre todo al aumento de la precariedad laboral, según constata el Banco de España en un informe que ha publicado este jueves. Paralelamente, los precios se han disparado (cerca de un 50% entre el 2013 y el pasado mayo, frente a un 6,8% de incremento de los de venta), debido a una "relativamente rígida" oferta en un contexto de "caída significativa del número de nuevas viviendas de protección oficial" (los hogares con alquiler social han bajado del 3,5% en el 2005 al 2,7% en el 2018) y de crecimiento de los alquileres turísticos.

El arrendamiento ha crecido con fuerza sobre todo entre los jóvenes, los inmigrantes y los trabajadores temporales y en Madrid (representan el 23,6% de los hogares), Catalunya (26,3%, con el mayor alza desde el 2013: 6,9 puntos porcentuales), Baleares (28,3%) y Canarias (19,5%). "La dificultad de los colectivos con menor renta para incrementar sus ingresos por la aún elevada incidencia del desempleo, la escasa duración de los nuevos contratos laborales o la mayor relevancia de la jornada reducida habrían aumentado la demanda de alquiler residencial, especialmente entre los hogares jóvenes", apuntan los economistas del organismo. 

Sobrecarga financiera

La prueba es que el 27,8% de los hogares en que su miembro de referencia está en paro y el 37,3% en los que tiene un trabajo temporal viven de alquiler, frente a la media de la población del 23,9%. En los que el miembro principal tiene entre 16 y 29 años ha pasado de estar por debajo del 30% en el 2006 a superar el 50% el año pasado, mientras que en los de entre 30 y 44 años ha subido de en torno al 19% al 29,9%. Hay, asimismo, más incidencia en los extranjeros: el 58,9% de los europeos y el 77,3% de los extracomunitarios viven arrendados, frente al 13,1% de los españoles. Las familias monoparentales y las que tienen un niño dependiente también presentan ratios superiores a la media.

Lo más preocupante es que, debido al "estancamiento" de la renta disponible de algunos tipos de hogares y a la subida de los precios, el 24,7% las familias que viven arrendadas dedicaban a pagar el alquiler más del 40% de sus ingresos (el umbral máximo aconsejado) ya en el 2014, último año con datos disponibles. La media de los países de la OCDE era de apenas el 13,1%. El porcentaje se elevaba al 63,9% en las familias con rentas más bajas, un nivel solo superado por Grecia (63,9%). En el conjunto de los hogares arrendados, lo más habitual era que dedicaran el 27,8% de sus ingresos al pago de la vivienda, al borde del nivel que marca la sobracarga financiera (30%).

Diferencias regionales

La evolución de los precios es muy dispar. En las grandes ciudades (Barcelona, Madrid o Valencia) y en ciudades con elevada concentración turística (Málaga, Palma, Las Palmas de Gran Canaria, Santa Cruz de Tenerife) se han incrementado más del 40% desde el 2013 y en las capitales catalana y española, más del 45%, si bien en la primera empezaron a subir antes y se han comenzado ya a ralentizar. En Barcelona, los mayores incrementos acumulados se han dado en algunas de las ciudades colindantes (Hospitalet de Llobregat, Sant Cugat del Vallès, Gavà, Cerdanyola del Vallès, Santa Coloma de Gramenet), así como en los distritos céntricos (Eixample), con un menor dinamismo relativo en áreas de la ciudad con mayor presencia de hogares de renta elevada (Sarrià-Sant Gervasi, Les Corts). Para los propietarios, la rentabilidad obtenida por alquilar sus pisos subió con fuerza entre el 2013 y el 2017 debido al incremento del precio de arrendamiento y la reducción de los incentivos fiscales a la compra. Posteriormente se comenzó a reducir y ya está a niveles del 2014, a consecuencia del incremento de los precios de venta por encima del los del alquiler. 

Los bajos ingresos y el riesgo de perder el empleo han incrementado las dificultades para comprar, ya que complican ahorrar lo suficiente en un momento en que los bancos financian con la hipoteca un porcentaje menor del valor del inmueble. La consecuencia es un aumento de las familias que viven de alquiler o no se han podido emancipar. El estudio también apunta que los alquileres vacacionales pueden haber influido, aunque con matices. "Si bien el tamaño relativo de la oferta de turismo residencial es significativo en determinadas ciudades o barrios, lo que indica su capacidad potencial para afectar al precio del alquiler residencial en estos mercados, no puede inferirse de esta correlación una relación causal, con incidencia generalizada, entre los precios del alquiler residencial y la oferta del alquiler vacacional para el conjunto de la economía", afirma.